Entrevista
Heidi Washington
Directora del Departamento Penitenciario de Michigan, EE. UU.
En los últimos años, el estado de Míchigan ha llamado la atención por su enfoque estructurado hacia la rehabilitación dentro del sistema penitenciario. Bajo la dirección de Heidi E. Washington, el Departamento de Correcciones ha dado prioridad al acceso a formación en oficios, educación superior y apoyos prácticos para facilitar la reintegración en la sociedad.
En esta entrevista, la Directora Washington explica el enfoque detrás de estas iniciativas, que combinan formación técnica con acompañamiento intensivo, y reflexiona sobre la importancia de la rutina, la estructura y el acceso a herramientas que preparan a las personas para la vida en libertad. También habla de los retos que supone coordinar prioridades entre distintos actores, del papel de la tecnología en la modernización tanto de la seguridad como del día a día dentro de los centros, y de cómo el intercambio de conocimientos a través de redes internacionales está ayudando a mejorar las prácticas penitenciarias en distintos contextos.
¿Cómo describiría las prioridades y los retos actuales del departamento?
HW: Nuestras prioridades siguen centradas en la población que supervisamos. Estamos enfocados en la educación, el empleo y los programas de rehabilitación, incluido apoyo cognitivo y terapéutico. Buscamos promover una cultura centrada en el éxito. Es a través de la inversión en estas áreas que podemos ayudar a las personas a tener éxito, tanto mientras están encarceladas como durante su reintegración en la comunidad.
Uno de los retos es que, por mucho que avancemos, siempre hay múltiples partes interesadas, a menudo con prioridades distintas y a veces contrapuestas. Y esas prioridades no siempre coinciden con las nuestras. Por ejemplo, hay personas y organizaciones de activismo que pueden centrarse en determinados resultados que no se alinean necesariamente con las prioridades del mundo laboral.
Eso representa un reto constante, pero también es una oportunidad para reunir a los distintos actores y ofrecer información sobre cómo podemos trabajar para alcanzar objetivos comunes. Porque, al final, todos queremos lo mismo: instalaciones más seguras que ofrezcan oportunidades reales para que las personas puedan llevar una vida productiva. Cuando eso ocurre, también mejora la jornada laboral del personal que trabaja en esas instituciones.
Otra de nuestras prioridades ha sido la inversión continua en tecnología y la modernización de nuestras instalaciones. Ya sea que uno viva o trabaje en una prisión, el entorno influye directamente en cómo se siente respecto a su día, su labor e incluso sobre sí mismo. Por eso, seguimos realizando importantes inversiones en nuestra infraestructura, modernización y tecnología.
Con la tecnología, uno de los mayores retos a los que nos enfrentamos es la velocidad con la que evoluciona. Avanza rápidamente, a menudo mucho más rápido que los procesos burocráticos para adquirirla.
Podemos entusiasmarnos con una nueva tecnología disponible en el mercado, pero para cuando completamos todo el proceso de adquisición, la tecnología ya ha avanzado.
Esto puede dejarnos con algo que ya no es lo último en tecnología, a pesar del tiempo, la energía y el dinero que hemos invertido. Por lo tanto, uno de los retos es hacer que los procesos gubernamentales sean más eficientes, lo que sería de gran ayuda.
JT: En los últimos diez años, el MDOC ha establecido estructuras como la Vocational Village (Aldea Vocacional) y ha ampliado el apoyo a la reinserción a través del programa Offender Success (Programa de Éxito para Personas Bajo Supervisión Penal), lo que demuestra su compromiso con la rehabilitación como parte de la seguridad pública.
¿Puede explicarnos en qué consisten estos enfoques?
HW: La Aldea Vocacional es la primera de su tipo: un centro de formación profesional situado dentro de una prisión. Abrimos la primera en 2016, luego creamos una segunda en otra instalación, seguida de una tercera. Desde entonces, hemos seguido ampliando esos esfuerzos.
Básicamente, enseñamos oficios muy demandados y colaboramos estrechamente con cientos de empresas de todo el estado para satisfacer tanto sus necesidades de mano de obra como las de nuestros alumnos. Nos centramos exclusivamente en programas acreditados o certificados. En otras palabras, las personas no solo salen con un certificado del Departamento de Penitenciario, sino que obtienen una licencia o acreditación válida a nivel estatal o nacional, lo cual es muy importante. Están totalmente preparados para salir de prisión e incorporarse directamente al mercado laboral desde el primer día, y a menudo como algunos de los trabajadores más cualificados disponibles. Son los propios empleadores quienes nos lo dicen.
Una parte esencial del éxito del modelo es que utilizamos maquinaria y equipos de última generación. Esto no era así en el pasado, pero gracias a la creciente inversión, nuestros alumnos ahora aprenden con herramientas y tecnología estándar en la industria.
Para acceder al programa, los interesados deben presentar una solicitud. En primer lugar, deben demostrar y expresar claramente que están preparados para asumir este tipo de compromiso, ya que, una vez aceptados, se trasladan a la aldea vocacional, donde vivirán en una unidad de alojamiento con otros participantes en el programa, separados del resto de la población.
Todos los miembros de esa unidad están centrados en sus objetivos y acuden a la aldea todos los días, durante todo el día. Está diseñado para reproducir una experiencia laboral real y lo que los empleadores esperan de los trabajadores: ir a trabajar todos los días, llegar a tiempo y esforzarse durante toda la jornada. Ese tipo de estructura no es algo a lo que estén acostumbrados muchos reclusos. Los participantes aprenden juntos, viven juntos y reciben un apoyo integral.
Como complemento a la aldea vocacional, ofrecemos un sólido programa de documentos vitales. De hecho, alrededor del 99 % de las personas que salen de prisión cada mes lo hacen con sus documentos vitales en regla. Esto incluye un documento de identidad, un certificado de nacimiento y una solicitud de tarjeta de la Seguridad Social. Estos documentos son fundamentales para una reinserción exitosa, ya que sin identificación no se puede conseguir un trabajo, un alojamiento ni acceder a muchos servicios básicos.
Además, colaboramos muy estrechamente con los empleadores, muchos de los cuales se encuentran a diario en nuestras instalaciones. Estos conocen los programas de formación que ofrecemos y la calidad de los mismos, y establecen relaciones reales con los posibles empleados. También realizan entrevistas in situ, hacen ofertas de trabajo y, en muchos casos, las personas salen de prisión y empiezan a trabajar al día siguiente.
En cuanto a la división Offender Success, se creó en 2015, cuando yo asumí la dirección. En Míchigan, nuestro departamento se encarga de las personas bajo supervisión en la comunidad que aún no han entrado en el sistema penitenciario (y esperamos que nunca lo hagan), las personas que están encarceladas en nuestras instalaciones y las personas que salen de prisión y serán supervisadas en libertad condicional en la comunidad. Todas estas personas están bajo nuestra responsabilidad.
Queríamos crear una división dentro del departamento que se centrara en el éxito de todos y ofreciera oportunidades independientemente de la situación de cada persona en el sistema. El objetivo era identificar, crear y promover el éxito en todos los niveles. A menudo, debido al gran número de personas encarceladas, todos los recursos tendían a destinarse a ellas. Pero nuestro objetivo es destinar parte de esos recursos a la parte inicial del sistema, a la comunidad, como prioridad. Si podemos ayudar a las personas a cambiar su situación antes de que ingresen en prisión, eso es lo que queremos hacer.
Utilizamos todo tipo de programas basados en la evidencia. Trabajamos en áreas como prevención de la violencia, tratamiento de adicciones y programas cognitivos. Intentamos abordar los riesgos criminógenos subyacentes y el pensamiento que a menudo conduce a la conducta delictiva, y promover el éxito a largo plazo.
Además de estos servicios, tenemos contratos en todo el estado con proveedores de servicios comunitarios que ayudan a prestar servicios a las personas supervisadas en la comunidad. estamos fuertemente comprometidos con la educación superior en prisión. Actualmente colaboramos con 12 universidades de Míchigan que imparten educación superior directamente a nuestra población reclusa.
¿Qué impacto ha observado hasta ahora y dónde hay más margen para reforzar o ampliar estas iniciativas?
HW: Nuestra tasa de reincidencia es actualmente de alrededor del 22,7 %. En términos relativos, es una tasa bastante baja aquí en Estados Unidos, y atribuimos ese éxito a muchos de los esfuerzos que hemos estado comentando.
Cuando observamos a las personas que han participado en nuestros programas educativos, especialmente en la aldea vocacional, vemos que las personas que pasan por la aldea tienen una tasa de empleo más alta que aquellas que no tienen esa oportunidad. Desde el lanzamiento del programa hasta julio de 2023, hemos constatado que la tasa de reincidencia entre los participantes de la aldea era del 12,6 %. Por lo tanto, sabemos que podemos reducir la tasa de reincidencia casi a la mitad gracias a la aldea vocacional.
Y hasta el cambio más pequeño sigue siendo muy significativo. Porque, en última instancia, si ayudamos a cambiar a una sola persona, la esperanza y el objetivo es que podamos tener un impacto en otras personas de esa comunidad, en las personas que forman parte de la vida de esa persona y en el ciclo generacional de encarcelamiento.
Esperamos que, al ayudar a estos hombres y mujeres a alcanzar el éxito, sus hijos no sigan el mismo camino hacia la cárcel. De hecho, estamos viendo pruebas de ello en nuestros programas educativos. Estamos viendo a padres encarcelados que se matriculan en cursos universitarios dentro de la prisión y a sus hijos, fuera de la comunidad, que también se matriculan en la universidad. Están estudiando juntos, al mismo tiempo. Cada vez vemos más casos como este y, sinceramente, es muy inspirador.
Nuestra tasa de reincidencia es actualmente de alrededor del 22,7 %. En términos relativos, es una tasa bastante baja aquí en Estados Unidos.
JT: Como miembro de la junta directiva y presidente del capítulo norteamericano de la Asociación Internacional de Correccionales y Prisiones (ICPA), participa directamente en el intercambio de conocimientos sobre las mejores prácticas en los sistemas de todo el mundo.
¿Los resultados de los esfuerzos en Michigan están ayudando a orientar esas conversaciones como ejemplos de referencia?
HW: Una de las razones por las que me involucré en la ICPA fue para tener la oportunidad de representar a los Estados Unidos y contar las cosas positivas que están sucediendo en el sistema penitenciario estadounidense. Y hay muchas, muchas cosas positivas.
La aldea vocacional y la educación superior en prisión son dos ejemplos claros. Gracias a mi participación en la ICPA, he tenido la oportunidad de compartir estos ejemplos de buenas prácticas en eventos y conferencias de todo el mundo con colegas de otras jurisdicciones. Esa ha sido una de las ventajas reales de mi participación.
Hicimos un seminario web con la ICPA centrado en cuestiones relacionadas con la mano de obra. Presenté junto con otros ponentes y pude hablar sobre aldea vocacional. Generó mucho interés. Esa es solo una de las formas en que compartimos información y esperamos animar a otros a adoptar programas similares, mostrándoles lo que hemos hecho para que no tengan que reinventar la rueda. Ese es el valor de participar en organizaciones como la ICPA: se aprende de los compañeros, de personas que ya han hecho el trabajo duro. Ya tenemos un plan. Si alguien quiere crear una aldea vocacional, podemos decirle lo que se necesita, cómo es la estructura y cuáles son los costes aproximados. Podemos ayudarles a empezar y compartir ideas.
Gracias a la visibilidad que he obtenido a través de la ICPA y de la Asociación de Líderes Correccionales (CLA), que es la organización nacional aquí en Estados Unidos, hemos podido hacer precisamente eso. Hemos recibido visitantes internacionales y más de la mitad de los estados de Estados Unidos han venido a Michigan para ver lo que está pasando con la aldea vocacional. Esta red de profesionales trabaja para compartir buenas ideas, apoyarse mutuamente y replicar el éxito sin tener que empezar desde cero cada vez.
Antes ha mencionado el enfoque en la modernización. ¿Cómo ve el
papel de la innovación en el futuro del sistema penitenciario del estado?
HW: En lo que respecta a la tecnología, existen innumerables soluciones que nos ayudan a realizar nuestro trabajo de forma más eficiente y eficaz. Esto es ahora más importante que nunca, por varias razones. En primer lugar, porque todos estamos luchando contra la escasez de personal, independientemente de dónde nos encontremos.
Estamos trabajando para formarnos y explorar nuevas formas de hacer las cosas, ya sea mediante la inteligencia artificial u otras tecnologías que puedan aumentar la eficiencia y liberar tiempo al personal. De este modo, el personal puede centrarse en sus responsabilidades fundamentales, en lugar de perder el tiempo redactando informes o extrayendo datos de sistemas obsoletos, tareas para las que probablemente ya existe una solución tecnológica, o al menos una en fase de desarrollo.
También es fundamental seguir modernizando nuestras instalaciones e incorporando tecnología de seguridad avanzada. Esto contribuye a la seguridad de las personas y nos ayuda a hacer mejor nuestro trabajo. También debemos invertir en tecnología para las personas que viven en nuestras instalaciones. Porque van a reincorporarse a un mundo completamente diferente, incluso si solo han estado encarceladas durante cinco años. Para algunas, han sido 10, 15, 20 o incluso 30 años. Tenemos que preparar a las personas para que prosperen en una sociedad digital e impulsada por la tecnología. Eso significa garantizar que tengan acceso a la tecnología mientras están dentro, para que no salgan a un mundo completamente desconocido.
Aquí, en Michigan, también estamos estudiando cómo podemos ofrecer experiencias virtuales para ayudar a las personas encarceladas a comprender cómo es ahora ese mundo y cómo se espera que interactúen con él.
Pensemos en todas las cosas que damos por sentadas: ir al supermercado y usar una caja de autopago, ir al banco o al cajero automático, registrarse en la consulta del médico en un quiosco. Todas estas cosas pueden resultar intimidantes y abrumadoras para alguien que ha estado alejado de la vida moderna durante mucho tiempo.
Actualmente también estamos inmersos en un proyecto de gran envergadura para dotar de Wi-Fi a todas nuestras instalaciones. Se trata de un esfuerzo que llevará varios años, pero una vez que hayamos establecido una red Wi-Fi segura en todas nuestras instalaciones, incluidas las aulas y las unidades de alojamiento, estaremos en una posición mucho mejor para implementar la tecnología entre nuestra población. Esto ampliará las oportunidades y permitirá que más personas sean productivas cada día. Podrán acceder a la tecnología no solo en el edificio de la escuela, sino también desde sus unidades residenciales. Con este acceso, las personas podrán seguir aprovechando su tiempo de forma productiva, accediendo a materiales educativos de forma electrónica y adelantándose en sus estudios, directamente desde su celda o su habitación.
Heidi Washington
Directora del Departamento Penitenciario de Michigan, EE. UU.
Heidi E. Washington es directora del Departamento Penitenciario de Michigan, donde supervisa las prisiones del estado, y la supervisión en la comunidad y otras funciones administrativas. Anteriormente, ocupó el cargo de directora de varias instalaciones y puestos de liderazgo en administración y asuntos legislativos. Es licenciada en Ciencias Políticas por la Universidad Estatal de Michigan y licenciada en Derecho por la Facultad de Derecho Thomas M. Cooley. La directora Washington también participa en comités penitenciarios y judiciales nacionales, entre ellos la Asociación de Líderes Penitenciarios y el Instituto de Sistemas Integrados de Información Judicial.
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