Detención a pequeña escala en Bélgica: Una reforma estructural para la reinserción social

Innovación en práctica

Bélgica

Los fundamentos del modelo de casas de detención
El proyecto de casas de detención representa un cambio fundamental en el panorama penitenciario belga. Mientras que las prisiones tradicionales son instituciones a gran escala centradas en la contención, el control y la seguridad estática, las casas de detención optan por una seguridad dinámica a través de un enfoque a pequeña escala, centrado en la persona y restaurativo. En este modelo, la detención ya no se ve únicamente como una privación de libertad, sino como una oportunidad para el cambio personal, el apoyo y la reintegración sostenible en la sociedad. 
 
Su fuerza reside en la integración de cuatro elementos básicos: 
 

1.     Estructura a pequeña escala y proximidad

Cada casa de detención tiene capacidad para un máximo de 60 residentes, divididos en grupos de convivencia más pequeños, lo que permite un apoyo más intensivo y personalizado. La escala reducida crea un entorno más humano y comunitario, que permite que el internamiento se parezca más a la vida cotidiana. Se anima a los residentes a dar pasos activos hacia su futuro, participando en trabajo, formación y reconstrucción de relaciones personales mientras se preparan para la vida tras la detención. 

2.     Acompañamiento centrado en la persona

En las casa de detención, la persona es lo más importante. Los residentes no son tratados como números en un sistema, sino como personas con sus propias fortalezas y desafíos. Junto con el equipo de apoyo – agentes de enlace, trabajadores sociales, psicólogos, personal administrativo y dirección – trabajan en su desarrollo personal. El equipo ayuda activamente a identificar y alimentar el potencial de cada persona al tiempo que busca soluciones constructivas a sus dificultades. 

Cada residente es responsable de su propio plan de internamiento, lo que le da autonomía para preparar su futuro. Este sentido de la responsabilidad también favorece su desarrollo. Al mismo tiempo, no se enfrentan solos a este proceso: reciben el apoyo intensivo y permanente de un equipo especializado. Aunque este enfoque, en el que los residentes a veces se sienten “estrechamente vigilados”, suele ser un reto, sienta unas bases vitales para su crecimiento personal.

3.     Anclaje local y asociaciones

Las casa de detención están profundamente arraigadas en el contexto local. Trabajamos en estrecha colaboración con municipios, empleadores, organizaciones de la sociedad civil y vecinos. Estas asociaciones crean una red de apoyo amplia y sostenible en torno a cada centro, mejorando el acceso al empleo, la vivienda y la orientación posterior a la puesta en libertad.
En lugar de ser instalaciones aisladas, las casa de detención se convierten en partes integradas de sus comunidades, fomentando la cohesión social y el apoyo ciudadano.

4.     Integración estructural y visión a largo plazo

Aunque innovadoras, las casas de detención no son proyectos piloto temporales. Ahora están estructuralmente integrados en el marco penal nacional, bajo la Dirección General de Instituciones Penitenciarias. Se ha creado un marco jurídico, se han desarrollado funciones específicas para el personal y se están realizando preparativos para ampliar el modelo a otros grupos destinatarios, como los jóvenes, personas mayores y personas con problemas de consumo de sustancias. Esto demuestra que el modelo es escalable y está hecho para durar.
Generar apoyo para un cambio sistémico
Hacer realidad el modelo de casa de detención exigió cambios políticos estructurales y la colaboración con las administraciones locales, los servicios sociales y una amplia gama de socios, tanto dentro como fuera del sistema judicial. 
 
Uno de los principales retos era la aceptación social y política de este modelo innovador, que representa un cambio fundamental con respecto al concepto tradicional de prisión. Para conseguir apoyo, el proyecto hizo especial hincapié en la transparencia y el diálogo abierto con las comunidades locales. Desde el punto de vista operativo, cuestiones como la infraestructura, la dotación de personal y el desarrollo de un régimen de detención a medida exigían soluciones adaptables. Éstas se abordaron mediante un enfoque gradual que combinaba la experiencia práctica con la evaluación y el ajuste continuos.
 

La fuerza del proyecto residía en su base de colaboración. Profesionales de distintos campos se reunieron, compartieron conocimientos y aprendieron tanto de los éxitos como de los contratiempos. Como resultado, las primeras casas de detención ya están en funcionamiento y se está procediendo a su ampliación.

Resultados iniciales que reflejan la reintegración y participación comunitaria
Los primeros resultados son prometedores. Una reciente investigación de la Universidad de Gante (de septiembre de 2022 a enero de 2024) y el posterior seguimiento interno ponen de relieve tanto los retos como el potencial de la primera casa de detención de Bélgica en Kortrijk. 

A 31 de enero de 2024, habían pasado por el centro un total de 118 residentes, todos ellos cumpliendo condenas de no más de tres años (o, en el caso de jóvenes que delinquen por primera vez, de hasta cinco). Una encuesta realizada a 38 residentes reveló necesidades recurrentes en materia de alojamiento, empleo, salud mental y atención a las adicciones. 

El seguimiento interno para el período comprendido entre noviembre de 2023 y octubre de 2024 registró un total de 150 residentes, de los cuales 82 recibieron orientación estructurada: una media de 1,6 de estos ámbitos vitales abordados en trayectorias cortas y específicas y 3,7 ámbitos de apoyo en trayectorias intensivas y multitemáticas.
 
Estos primeros resultados confirman que adaptar los planes de reintegración y garantizar la continuidad del apoyo desde dentro hacia fuera de las casas de detención es complejo, aunque prometedor en las siguientes áreas: 
 

Reintegración y responsabilidad 

Se observa un impacto significativo en la reintegración social. Al dar a los residentes la responsabilidad de su propio plan de detención – así como de las responsabilidades diarias dentro de la casa, como cocinar, mantener los espacios vitales y participar en trabajos de voluntariado – adquieren mayor autonomía y autosuficiencia. Este progreso es evidente a través del seguimiento individual, los informes de progreso y los planes de reintegración desarrollados conjuntamente por los residentes y el personal de apoyo.

Reducción de la reincidencia

Uno de los principales objetivos del proyecto es reducir la reincidencia. Aunque todavía se están recopilando datos a largo plazo, las primeras evaluaciones internas indican una tendencia positiva. Los residentes se benefician de una orientación personalizada, una estrecha cooperación con los servicios sociales y los agentes locales, y una preparación específica para la vivienda y el empleo. La eficacia de este enfoque está siendo estudiada por varias universidades y se seguirá evaluando utilizando los índices de reincidencia a lo largo del tiempo, así como la investigación cualitativa realizada, entre otros, por el Instituto Nacional de Criminalística y Criminología (NICC).

Participación comunitaria

Las casas de detención están ubicadas deliberadamente en barrios locales para fomentar vincos más fuertes con la comunidad. Iniciativas como actividades conjuntas y la comunicación abierta con los vecinos han propiciado una mayor aceptación y comprensión mutua. Por ejemplo, la casa de detención de Kortrijk organizó “la mesa de pasteles más larga”, un evento comunitario que reunió a vecinos y residentes. Esta iniciativa ganó el Premio Público Matexi 2024, que reconoce proyectos vecinales de gran impacto.

Empleo y formación

 Cada vez más residentes acceden a puestos de trabajo, prácticas o voluntariado durante o después de su estancia. Este proceso se sigue de cerca en colaboración con el servicio flamenco de empleo, los empleadores locales y a través de programas de apoyo individualizados. Estas experiencias laborales desempeñan un papel fundamental para garantizar un retorno más estable a la sociedad y reducir el riesgo de reincidencia. 

Más allá de las reformas prácticas, las casas de detención están contribuyendo a un cambio cultural más amplio en la forma en que la sociedad ve el castigo y a quienes han sido encarcelados. Ayudan a desmantelar el estigma y a construir una visión de la justicia basada en la restauración, la dignidad y las segundas oportunidades.

Un cambio duradero en el proposito y la práctica de la detención

Las casas de detención están transformando las prácticas de detención en Bélgica. Son innovadores en su concepto, ejecución e impacto. Representan un cambio en la finalidad, ya que sitúan el desarrollo personal, la responsabilidad y la conexión social.

El modelo no es una iniciativa temporal, sino una reforma sistémica que ya está integrada en el marco penal belga. Con una base jurídica clara, funciones específicas para el personal y coordinación nacional, se presenta como una alternativa a largo plazo a las prisiones convencionales.

Al alinear la detención con los objetivos de reintegración y los vínculos con la comunidad, el modelo desafía la suposición de que el confinamiento debe significar desconexión. En lugar de ello, marca el rumbo hacia un sistema de justicia que funcione en mayor sintonía con la sociedad: práctico, humano y con visión de futuro. 

Petra Colpaert es Directora de la Casa de Detención de Kortrijk. Se licenció en Criminología por la Universidad de Gante y comenzó su carrera como trabajadora social en la prisión de Ruiselede en 1997, centrada en la rehabilitación de personas con problemas de adicción. Desde 2010 es directora de prisiones con personas condenadas a largas penas. Para reducir la reincidencia, puso en marcha el programa de adicciones B.leave, el de formación “Workout”, el voluntariado “Recovery” y una casa de reinserción para quienes carecen de apoyo social.

Laurence Nibelle es Directora del Departamento de Administración Penitenciaria y Jefa del Proyecto de Casas de Detención del Servicio Penitenciario belga. Es licenciada en Criminología por la UCL. Comenzó su carrera como trabajadora social en las prisiones de Saint-Gilles e Ittre en 2000. Más tarde se incorporó al equipo directivo del Centro Nacional de Vigilancia Electrónica. En 2007 se convirtió en inspectora de trabajo social en el Servicio Psicosocial Central. Desde febrero de 2021 dirige el Departamento de Administración de Detenciones y supervisa el proyecto de casas de detención. Su trabajo se centra en adaptar los regímenes de detención a las necesidades de seguridad y mejorar la reinserción.

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