Entrevista
Nicholas Deml
Comisario del Departamento Penitenciario de Vermont
Para el comisario Nicholas Deml, el sector penitenciario se encuentra en un punto de inflexión, y él está decidido a guiar el sistema penitenciario de Vermont hacia un futuro más inteligente y sostenible. En esta conversación, el comisario cuestiona los modelos tradicionales de gestión carcelaria y analiza cómo Vermont está replanteando todos los aspectos, desde las estrategias de personal hasta el diseño de las instalaciones, para crear un sistema que sea tanto eficaz como humano.
Hablamos sobre el diseño del nuevo centro penitenciario para mujeres del estado, los esfuerzos para abordar los desafíos en la atención sanitaria dentro de las prisiones y el papel de la educación y las alianzas comunitarias en la mejora de la reinserción.
¿Podría resumir los principales objetivos actuales del Departamento Penitenciario de Vermont y cómo reflejan su visión general de las instituciones penitenciarias en el estado?
ND: En Vermont nos estamos replanteando la gestión del sistema penitenciario. Nuestro objetivo es desarrollar enfoques que funcionen para nuestro estado y, si es posible, aportar ideas que puedan ser compartidas más ampliamente.
Un aspecto clave es abordar la crisis de personal a la que nos enfrentamos, no sólo en Vermont, sino en todo Estados Unidos. Este problema se debe en gran medida a la situación demográfica: nuestra fuerza laboral está envejeciendo y cada vez menos personas entran al mercado laboral.
En estas circunstancias, la gestión tradicional del sistema penitenciario ya no es sostenible.
Debemos encontrar formas de realizar nuestro trabajo y alcanzar nuestros objetivos de manera eficaz con menos personal. Necesitamos replantearnos la forma en que funciona el sistema penitenciario. Eso incluye aprovechar la tecnología, cambiar las prácticas operativas, reconsiderar la dotación de personal en los centros e incluso rediseñar su infraestructura física.
Otro objetivo importante es la salud y el bienestar de las personas bajo nuestra custodia. Hemos observado, especialmente tras la pandemia de COVID-19, un deterioro significativo en la salud de nuestra población reclusa. Nuestra población está envejeciendo, enfrenta problemas de salud más
complejos y, en general, su estado de salud es mas frágil.
Hemos adoptado un enfoque que considera los determinantes sociales de la salud, evaluando factores que influyen en el bienestar más allá de la atención médica y tratando de abordarlos. Nuestra premisa es sencilla: si las personas salen de nuestro sistema en mejor estado de salud que cuando ingresaron, tendrán más probabilidades reintegrarse con éxito en sus comunidades.
Por último, nos centramos en modernizar todo el sistema.
Nuestras instalaciones más recientes tienen 25 años y las más antiguas, 70. No fueron diseñadas para la gestión actual y representan una limitación para nuestro trabajo.
Además, nos estamos quedando atrás tecnológicamente en comparación con otros sectores de la sociedad.
Asimismo, estamos revisando nuestras prácticas para asegurarnos de que reflejan los mejores estándares nacionales e internacionales. Donde no lo hagan, estamos comprometidos con su mejora y aplicación aquí en Vermont.
Vermont está sustituyendo el Centro Penitenciario Regional de Chittenden por un nuevo Centro para Mujeres. Podría hablarnos de los retos que plantea la instalación actual y de los motivos que han llevado a tomar la decisión de reemplazarla?
ND: El actual centro para mujeres de Vermont es un claro ejemplo de cómo las instalaciones existentes limitan la capacidad de ofrecer una gestión penitenciaria efectiva.
El centro fue construido a finales de la década de 1960, y originalmente diseñado como centro de detención para hombres. Sin embargo, hoy en día lo utilizamos como prisión para mujeres. No está adaptado a las necesidades de esta población ni a la forma en que queremos gestionarla. No cuenta con suficiente espacio para la enfermería, las actividades de rehabilitación y formación, y su infraestructura se está deteriorando de tal manera que requiere una renovación integral o su sustitución total.
Sabemos que hay mejores formas de diseñar instalaciones que sean terapéuticas y eficaces para mujeres privadas de libertad.
Hemos analizado modelos escandinavos y, más cerca de nosotros, el caso del estado de Maine, que cuenta con instalaciones de referencia para la detención y reinserción de mujeres. Nuestro objetivo es que este nuevo centro sea un modelo ejemplar, demostrando que el sistema penitenciario puede gestionarse de manera diferente cuando la infraestructura se diseña para apoyar prácticas modernas.
¿Podría hablarnos de los principales principios que han guiado el diseño y la planificación de las nuevas instalaciones para satisfacer mejor las necesidades de las mujeres encarceladas?
ND: Si uno entra hoy en el Centro Penitenciario Regional de Chittenden, se parece a lo que la mayoría de la gente imagina cuando piensa en una prisión: paredes de hormigón, puertas de acero, barrotes, ambientes ruidosos y muy poca luz natural. Queremos alejarnos completamente de ese modelo e introducir un diseño terapéutico con enfoque de género y sensibilidad al trauma. Queremos aprovechar los elementos naturales, especialmente la luz natural, y utilizar materiales que creen un entorno más saludable. Hoy en día existen alternativas seguras a los materiales tradicionales de las prisiones, como el uso de puertas de madera en lugar de acero.
Otro principio clave es segmentar la población dentro del centro. El nuevo diseño tendrá dos estructuras distintas en un mismo recinto. Una será un entorno seguro para las personas que cumplen condena o se encuentran en prisión preventiva, con espacios dedicados a la formación, la atención sanitaria y los
servicios de salud mental, áreas en las que actualmente enfrentamos dificultades en Vermont. También queremos utilizar nuestros recursos de personal de la manera más eficiente posible, diseñando las instalaciones de forma que requieran menos personal para operar eficazmente.
La segunda estructura será un centro de reinserción, sin cerraduras en las puertas. Las personas podrán salir durante el día para ir a trabajar, a citas médicas o a ver a un proveedor de tratamiento. Seguirá un modelo más autogestionado, con fácil acceso al exterior.
Hemos visto el éxito de estos modelos tanto en Estados Unidos como en otras partes del mundo, y esa es la dirección en la que nos estamos moviendo.
JT: Su compromiso con una política basada en pruebas se ha visto respaldado por la Red de Investigación e Innovación Penitenciaria.
Cómo ha influido esta asociación en las estrategias del departamento en los últimos 5 años? Ahora que la iniciativa concluye en 2024, ¿cómo piensa el departamento seguir aprovechando la investigación y los datos para impulsar mejoras en los centros penitenciarios?
ND: Fue una asociación fundamental en la que participaron el Urban Institute, un laboratorio de ideas de Washington DC, la Universidad de Vermont y el Departamento Penitenciario. Nos permitió analizar a fondo nuestro sistema y formar grupos de innovación para impulsar cambios significativos. El personal de todos los niveles, junto con la población reclusa, participó en este proceso, y creo que marcó un punto de inflexión para nosotros. Consolidó nuestro compromiso de convertirnos en una organización basada en datos.
A través de este trabajo, realizamos una investigación en profundidad sobre nuestra población, el personal y el sistema, lo que llevó a varias innovaciones. Por ejemplo, pusimos en marcha varias Unidades de Honor en las que las personas viven en entornos autogestionados sin la presencia constante de funcionarios penitenciarios. En el centro donde tuvo lugar esta iniciativa, los miembros de la Unidad de Honor incluso crearon un modelo de negocio y abrieron una cafetería que atiende tanto
al personal como a la población reclusa. Así, el modelo generó oportunidades para que las personas adquieran habilidades laborales, aprendieran sobre planificación empresarial y participaran en actividades significativas.
Esta combinación de investigación y diseño basados en evidencias, y el énfasis en probar nuevas ideas, se ha convertido en la base de gran parte del trabajo que realizamos en Vermont hoy en día.
¿Existen otras iniciativas o implantaciones tecnológicas previstas o en curso que materialicen este compromiso de modernización y rehabilitación?
ND: Uno de los proyectos más interesantes de los últimos años ha sido una alianza con el Community College de Vermont, que opera como una red de colegios comunitarios y técnicos en todo el estado.
Con el apoyo de una subvención federal, ahora ofrecemos educación gratuita en el Community College a todas las personas encarceladas en Vermont, así como a todo el personal del Departamento Penitenciario.
Sabemos que la educación es clave para el éxito. Las personas que reciben educación mientras están encarceladas tienen más probabilidades de encontrar empleo estable y reintegrarse con éxito tras su liberación. Por ello, hemos dado prioridad a la incorporación de la mayor cantidad posible de recursos educativos en nuestro sistema. Pero no se trata solo de la población reclusa; también queremos que el personal penitenciario se beneficie de este programa. De hecho, el personal puede transferir sus becas educativas a sus familiares, como sus hijos o cónyuges.
Para las personas que salen de nuestros centros, el programa sigue brindando apoyo, permitiéndoles asistir al Community College de Vermont hasta un año después de su liberación. Idealmente, una vez conectados con el sistema educativo, podrán continuar su formación mas allá de ese periodo. Estamos
convencidos del impacto positivo que esto puede tener.
Otro ámbito en que estamos centrando nuestros esfuerzos es el tratamiento de los trastornos por consumo de sustancias, un desafío importante en Vermont y en todo el noreste de Estados Unidos. Aunque el Departamento Penitenciario proporciona medicación y tratamiento, nos dimos cuenta de que quizá no éramos el mejor recurso para guiar a las personas en su recuperación. Así que nos asociamos con una organización comunitaria para ofrecer asesoramiento en recuperación entre pares. En este programa, personas que en proceso de recuperación visitan nuestras instalaciones para apoyar a quienes están atravesando ese mismo camino.
Lo más valioso de esta iniciativa es que, una vez que una persona sale en libertad, su tutor de recuperación sigue disponible para ofrecer apoyo en la comunidad, garantizando la continuidad del acompañamiento. Hemos creado, esencialmente, un vínculo directo entre nuestros centros penitenciarios y esta red de apoyo en el exterior.
También estamos explorando la posibilidad de establecer un centro de tratamiento especializado, donde las personas puedan avanzar a través de distintas fases de recuperación según sus necesidades individuales. Estamos analizando esas posibilidades, y creo que es el próximo campo que debemos impulsar.
Como parte de comités y reuniones orientados a la innovación dentro de la Asociación de Dirigentes Penitenciarios (CLA por sus siglas en inglés), ¿cómo influyen estas colaboraciones en su enfoque estratégico para el sistema penitenciario en Vermont? ¿Qué objetivos y prioridades a largo plazo ve para el sistema penitenciario estadounidense en general?
ND: Me he involucrado activamente en la Asociación de Dirigentes Penitenciarios. Actualmente, formo parte del Comité Ejecutivo y presido el Comité de Confinamiento Restrictivo. Asumí estos roles porque Vermont ha obtenido un gran beneficio al ser parte de esta organización.
Para mí, la CLA es un espacio de intercambio de ideas, donde podemos compartir retos y soluciones con otros estados, conocer qué estrategias han funcionado y cuáles no, y aprender tanto de los éxitos como de los reveses. También es un foro donde podemos llevar a expertos del sector para que nos ayuden a abordar algunos de los problemas más complejos que enfrentan los sistemas penitenciarios hoy en día, muchos de los cuales también nos afectan aquí en Vermont.
La CLA ayuda a estados como el nuestro a diseñar estrategias para afrontar desafíos estructurales, como la crisis de personal que afecta a casi todo el país. Trabajan para dignificar la profesión, resaltar la importancia del trabajo del personal penitenciario y abogar por inversiones de organismos como el Departamento de Justicia de Estados Unidos y grupos filantrópicos comprometidos con el avance del sistema judicial.
Para mí, la clave de la CLA es esta: podemos elegir entre ser simples espectadores de nuestro destino, o podemos ser los arquitectos en la construcción del futuro. Tenemos capacidad de diseñar el sistema penitenciario que queremos ver. La CLA está en el centro de ese esfuerzo, impulsando mejoras en la profesión y en las estructuras penitenciarias para lograr mejores resultados.
Nicholas Deml
Comisario del Departamento Penitenciario de Vermont
Nicholas J. Deml es Comisario del Departamento Penitenciario de Vermont desde noviembre de 2021. Es miembro activo de la Asociación de Dirigentes Penitenciarios (CLA), donde forma parte del Comité Ejecutivo y preside el Comité de Confinamiento Restrictivo. Antes de incorporarse al Departamento
Penitenciario, trabajó como oficial de inteligencia en la CIA. También desempeño funciones en el Senado de los Estados Unidos, como asesor en seguridad nacional y como asistente en el Comité Judicial del Senado. Es licenciado en Derecho por la Universidad Marquette y en Ciencias Políticas por la Universidad del Sur de Illinois.
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