Telefonía en las celdas transforma las cárceles francesas

Caso de implementación tecnológica

Francia

Contexto

Francia cuenta con 187 centros penitenciarios y una población carcelaria de 72.800 reclusos (en diciembre de 2022). El sistema penitenciario del país hace hincapié en la rehabilitación y la reinserción, ofreciendo programas y servicios que abordan las necesidades de los reclusos y contribuyen a su reinserción satisfactoria en la sociedad.

La telefonía en celda se ha convertido en un aspecto clave del paisaje penitenciario francés, proporcionando beneficios que apoyan su marco resocializador y contribuyen a la paz institucional.

Como sabemos, permanecer en contacto con la familia y los amigos tiene un profundo impacto en el bienestar de una persona, ya que reduce los niveles de estrés, ansiedad, depresión y otras emociones negativas que suelen acompañar al encarcelamiento.

El contacto regular con los seres queridos también puede servir de motivación para la superación personal y la resocialización, ayudando a los reclusos a introducir cambios positivos en sus actitudes y comportamientos.

Además de los beneficios emocionales, las llamadas telefónicas frecuentes pueden reducir la tensión en el entorno penitenciario. Los reclusos que mantienen el contacto con sus familias son menos propensos a entrar en conflictos con otros reclusos o a mostrar agresividad hacia el personal.

El acceso a la tecnología también ayuda a acortar la distancia entre el entorno penitenciario y el mundo exterior, garantizando que los reclusos no estén desconectados de la sociedad moderna.

Problema

Antes de 2018, las prisiones francesas disponían de cabinas telefónicas en los pasillos y patios de ejercicio basadas en un sistema de tarjetas de prepago. Los reclusos solo podían hacer llamadas durante el día, entre las 8.00 y las 18.00 horas.

Dado que la mayoría de los reclusos en Francia pasan la mayor parte del tiempo en sus celdas, las limitaciones de este sistema eran evidentes. Muchos reclusos tenían que elegir entre hacer ejercicio o realizar actividades significativas o hacer una llamada telefónica. Además, el limitado horario de llamadas a menudo chocaba con los horarios familiares, ya que era la hora en la que los niños estaban en el colegio y los familiares en el trabajo.

Además de estas cuestiones, el acceso a las cabinas telefónicas provocaba a menudo situaciones complicadas, como la extorsión entre los reclusos. Algunos controlaban la fila de espera en el patio y exigían rescates para utilizar el teléfono o no dejar que otros lo utilizaran.

La tecnología utilizada no estaba centralizada. En aquella época cada prisión tenía su propia infraestructura telefónica; toda la información y las grabaciones se almacenaban localmente y no era posible una gestión centralizada.

Además, el coste de las llamadas telefónicas era bastante elevado, lo que hizo que la administración penitenciaria fuera objeto de duras críticas a escala nacional.

Solución

En 2016, la Administración Penitenciaria llevó a cabo un experimento con un proveedor de comunicaciones con el objetivo de probar la viabilidad de utilizar el cableado de televisión existente (cable coaxial) para llevar IP y voz a cada celda mediante la tecnología DOCSIS en una prisión (Montmédy).

La principal preocupación era si esto podría lograrse sin grandes obras, ya que trabajar en un entorno penitenciario ocupado implica trasladar a los reclusos y a los técnicos que los acompañan, lo que hace que el proceso sea caro, largo y complicado.

El periodo de prueba duró dos años y demostró que la telefonía en celda y la moderna conectividad IP podían hacerse realidad en todas las prisiones del país utilizando el cableado de televisión por cable existente. En 2018, la Administración Penitenciaria inició una solicitud de propuestas para un contrato de concesión para prestar servicio telefónico en celda y, además, una solución de videoconferencia segura.

El nuevo sistema proporcionaba llamadas telefónicas desde la celda a familiares, abogados y organizaciones no gubernamentales, así como un servicio de buzón de voz para cada recluso (ya que las llamadas entrantes no están autorizadas). La función de videoconferencia, que se utilizó y subvencionó en gran medida para sustituir a las visitas durante la pandemia de la COVID-19, permanece fuera de las celdas por motivos de seguridad.

El sistema permite a los 4.000 miembros del personal penitenciario gestionar y controlar las comunicaciones de los reclusos que se benefician de la solución. Pueden filtrar, supervisar, interrumpir y grabar las llamadas y, gracias al procesamiento automático del habla, los funcionarios que controlan las comunicaciones pueden traducir ciertas comunicaciones que, de otro modo, no podrían entender.

El sistema se basa en una infraestructura centralizada, que permite la gestión a distancia desde un centro de datos integrado, que gestiona las telecomunicaciones, los datos y las grabaciones. Esto constituye un cambio de paradigma respecto a la situación anterior, en la que cada prisión tenía su proprio servidor y los datos estaban dispersos entre 180 establecimientos.

El nuevo sistema ofrece una ventaja crucial para el sistema penitenciario, al permitir que personal especializado ajeno a los establecimientos supervise las comunicaciones, analice las estadísticas y marque a los detenidos. Estos equipos de inteligencia mejoran la seguridad al controlar las comunicaciones de forma más eficaz.

Además, el coste para los reclusos es otro elemento significativo. Las tarifas se ajustan a las de la telefonía pública, en lugar de a las de la telefonía móvil, lo que ha supuesto una disminución de casi el 50% en todas las tarifas nacionales, en comparación con la solución anterior. En términos de inversión, el contratista ha puesto en marcha toda la infraestructura en una ejecución que se estima ha ahorrado al Estado unos 30 millones de euros.

Resultados

Desde la implementación de la telefonía en celda, el número de usuarios se ha duplicado y el de llamadas se ha cuadruplicado. Más del 50% de la población carcelaria total, unos 34.000 reclusos, utilizan activamente los teléfonos en su celda, y actualmente hay unos 52.000 teléfonos en celda instalados con una cobertura del 100% en todas las cárceles de Francia.

Esta solución integral ha aumentado significativamente el volumen de llamadas y su duración, con un servicio disponible 24 horas al día que permite a los reclusos hacer tantas llamadas y durante tanto tiempo como deseen.

Como resultado de la implantación de los teléfonos en celda, muchas personas han declarado sentir una mayor sensación de conexión y apoyo. Este cambio ha sido especialmente crucial para quienes tienen familia, ya que ha ayudado a mantener relaciones importantes incluso a distancia. El servicio ininterrumpido también contribuye a la prevención del suicidio, ya que los reclusos pueden llamar a las líneas de ayuda a cualquier hora del día o de la noche.

Además, el sistema de telefonía en celda garantiza la privacidad de las conversaciones de los detenidos cuando están solos en sus celdas. Esto es especialmente importante para muchos condenados en Francia que están detenidos en celdas individuales. Siguen estando vigilados por la administración penitenciaria, pero no tienen que preocuparse de que otros detenidos los escuchen o intenten extorsionarlos.

Otro beneficio significativo es la reducción de los desplazamientos en los centros penitenciarios, ya que las comunicaciones telefónicas desde las celdas eliminan la necesidad de que los funcionarios de prisiones escolten a los reclusos para utilizar el teléfono fuera de los horarios designados. Además, el contrabando de teléfonos móviles también se ha reducido significativamente, hasta en un 20%, lo que supone otro beneficio.

En general, disponer de teléfonos dentro de las celdas de las prisiones ha contribuido significativamente a nuestra visión resocializadora del sistema penitenciario al proporcionar un servicio que mejora el bienestar y la rehabilitación de las personas a nuestro cargo. En definitiva, nuestro sistema de telefonía dentro de las celdas ha mejorado notablemente las operaciones y la seguridad en todas nuestras instituciones del país.

Patrick Gomez es un profesional altamente experimentado en el sector tecnológico y actualmente desempeña el cargo de jefe de Equipamiento, Tecnología e Innovación en el Ministerio de Justicia francés. Con más de 35 años de experiencia en este campo, el Sr. Gomez aporta amplios conocimientos y experiencia a su función, en la que es responsable de apoyar y supervisar los esfuerzos de seguimiento, previsión y experimentación relacionados con los avances tecnológicos en el sistema penitenciario del país. Su unidad se centra en garantizar la seguridad, funcionalidad y calidad de servicio de los equipos, tanto en los programas existentes como en los nuevos.

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