// Entrevista: General Jacek Kitliński
Director general del Servicio Penitenciario, Polonia
JT: ¿Podría ofrecernos una visión general del sistema penitenciario polaco?
G. JK: Hablando del sistema penitenciario polaco, debo mencionar que el 11 de noviembre de 1918 es una fecha excepcional, no solo para los prisioneros polacos, sino también para todos los polacos. Fue cuando el Estado polaco recuperó la independencia y volvió a los mapas del mundo después de 123 años de servidumbre.
En febrero de 1919, el jefe de Estado Józef Piłsudski firmó los primeros actos legales que regulan la Guardia de Prisiones, de la que es heredero el actual Servicio de Prisiones. Durante 100 años, su formación ha sufrido transformaciones, adaptándose a las condiciones cambiantes, tanto históricas como geopolíticas.
Actualmente, a 31 de mayo de 2019, el número de presos en las prisiones y centros de detención preventiva es de 74 724 para una capacidad de 80 501 plazas. El área de una celda residencial no debe ser menor que 3 m2 por recluso, y este estándar se ha cumplido desde hace muchos años. Nuestros presos viven en celdas de una o varias personas, la mayoría de las cuales son de dos o tres personas. Las condiciones de cumplimiento de la pena varían según el tipo de prisión: cerrada, semiabierta y abierta.
En las cárceles polacas, las principales áreas que influyen en el proceso de resocialización son el trabajo, el aprendizaje, las actividades culturales y educativas, los deportes, el contacto con la familia y el mundo exterior, y diversas formas de terapia.
Para el funcionamiento del sistema penitenciario, nuestros funcionarios y empleados son el recurso más importante, la mayoría de los cuales tienen educación superior y formación especializada. Actualmente, alrededor de 30 000 empleados trabajan en 120 prisiones y centros de detención.
Contamos con un “sistema de influencia programada regular” que abarca tanto a menores como a adultos que realizan trabajos autodirigidos, con el apoyo de personal educativo; además, contamos con 48 ramas terapéuticas dirigidas a los reclusos con problemas relacionados con el abuso de sustancias.
Asimismo, hay 23 ramas terapéuticas para reclusos con trastornos mentales no psicóticos o que sufren de discapacidades mentales. En siete de estos establecimientos hemos puesto en marcha un programa terapéutico y de resocialización para los reclusos condenados por delitos contra la libertad sexual y la decencia, cometidos a causa de trastornos de preferencia sexual, incluida la pedofilia. De hecho, el tratamiento con nuestras interacciones terapéuticas especializadas asciende a unas 10 000 personas condenadas al año.
Todo el sistema penitenciario se complementa con quince centros de diagnóstico (ubicados en centros de detención o prisiones) cuya tarea es profundizar en los diagnósticos psicológicos y psiquiátricos de los reclusos y dirigirlos al régimen adecuado.
También cabe señalar que las cárceles y centros de detención para mujeres ocupan un lugar especial y separado dentro de nuestras estructuras penitenciarias. Entre estos, hay dos cárceles donde las madres pueden cumplir su sentencia con sus hijos menores de tres años.
Otro elemento de gran importancia es nuestro sistema de monitoreo electrónico, que a partir de agosto de 2018 está gestionado íntegramente por el Servicio Penitenciario.
En 100 años de existencia, el Servicio de Prisiones polaco ha sufrido una serie de transformaciones y reformas, pero desde mi punto de vista, el más importante fue el establecimiento, en 2016, de un Programa de Modernización para 2017-2020, para el que el Gobierno polaco asignó más de 1500 millones de zlotys (más de 350 millones de euros) al sistema penitenciario.
Las acciones emprendidas en el marco de este Programa de Modernización nos permitirán, sin duda, poner en práctica muchas soluciones que hasta ahora no hemos sido capaces de conseguir, así como responder a los retos y a las expectativas que se nos han planteado.
El Programa de Modernización crea las condiciones para el correcto y óptimo desempeño de las tareas estatutarias del Servicio Penitenciario, y mejora significativamente la eficacia.
JT: ¿Cuál es el papel de la educación y la formación en las cárceles y cuál es el nivel de desarrollo del trabajo y las industrias penitenciarias?
G. JK: Existe una red de 18 Centros de Formación Continua en las instalaciones de las unidades penitenciarias donde se realizan tareas didácticas que permiten a nuestros presos formarse o mejorar sus cualificaciones profesionales.
En promedio, en las escuelas situadas en las cárceles se enseña a unos 3000 reclusos cada año, por lo que, una vez que han cumplido sus penas, pueden superar más fácilmente los obstáculos del mercado laboral moderno. Gracias a los esfuerzos del Servicio Penitenciario, la oferta educativa se ajusta sistemáticamente a la realidad del cambiante mercado laboral.
A lo largo de los años, hemos utilizado eficazmente las oportunidades creadas por la cofinanciación de los fondos de la Unión Europea para ejercer una influencia positiva sobre los presos. A modo de ejemplo, menciono el proyecto “Aumento de las cualificaciones profesionales de los presos para que vuelvan al mercado de trabajo después de su encarcelamiento”, que se está llevando a cabo.
Este proyecto, que tiene un valor de 111 millones de zlotys (más de 26 millones de euros), está cofinanciado por el Fondo Social Europeo en el marco del programa operativo “Desarrollo de la educación para el conocimiento 2014-2020”. En el marco de este programa, a mediados de 2020 habremos capacitado a más de 46 000 hombres y mujeres condenados.
Cabe señalar que, a juicio de las autoridades que controlan la ejecución de este tipo de proyectos, el Servicio Penitenciario de Polonia es una institución que gestiona los recursos asignados de manera eficiente, adecuada y transparente, logrando alcanzar los parámetros especificados en los proyectos individuales.
En lo que se refiere al trabajo en las prisiones, llevamos a cabo el programa “Empleos para los presos”, que venimos ejecutando de forma integral desde 2016. Un elemento importante de apoyo a este programa fue la adopción, por parte del Gobierno polaco, de un paquete de soluciones jurídicas que permiten a los empresarios emplear a los presos en condiciones más favorables.
En la actualidad, casi el 58% de los reclusos trabajan (con un aumento del 22% a partir de 2016), mientras que la tasa de empleo en el grupo de reclusos capaces de trabajar es superior al 86%. En 2018, los reclusos trabajaban durante casi dos millones de horas, lo que representaba casi 24 millones de zlotys (unos 105 millones de euros). En los últimos tres años hemos puesto en marcha veinticinco instalaciones de producción modernas en nuestros establecimientos, y otras doce están en construcción.
En la situación actual del mercado laboral polaco, el emplear a los presos es una práctica cada vez más popular entre los empresarios privados. Los reclusos trabajan por un precio, que es muy importante en términos económicos. Esto les permite, por ejemplo, cumplir con las obligaciones financieras impuestas por las decisiones judiciales.
El trabajo conlleva no solo un valor económico, sino, sobre todo, una gran contribución a la resocialización y readaptación de los presos. Permite la adquisición de cualificaciones profesionales específicas, eleva el nivel de competencia social, ayuda a lidiar con las emociones negativas y moldea el sentido del deber.
Sin duda, todos estos elementos apoyan el proceso de retorno a la sociedad después del cumplimiento de la condena. El trabajo que los reclusos realizan gratuitamente para el gobierno local y la comunidad es igualmente importante, ya que es un elemento de compensación social.
JT: ¿Cuáles son los principales logros en términos de modernización hasta el momento?
G. JK: La aplicación del Programa de Modernización crea las condiciones para el correcto y óptimo desempeño de las tareas estatutarias del Servicio Penitenciario, y mejora significativamente la eficacia de las actividades, lo que a su vez afecta directamente a la seguridad de los ciudadanos y del Estado.
El Programa tiene dos objetivos básicos: el primero es mejorar la seguridad de las prisiones y centros de detención; el segundo es mejorar las condiciones de trabajo de nuestro personal. Estoy muy contento con lo que ya hemos hecho.
Equipamos nuestras unidades con coches modernos, nuevas armas, medios de comunicación y sistemas informáticos, y construimos varios campos de tiro modernos. Además, ya hemos modernizado el sistema de tratamiento.
Un elemento extremadamente importante del Programa es la modernización de las infraestructuras. Aunque, para mí personalmente, el éxito más importante es aumentar la competitividad de los salarios del personal penitenciario; en promedio, cada funcionario recibirá un aumento salarial de alrededor de 1000 zlotys (unos 235 euros) en menos de dos años.
JT: En julio de 2018, el Comité para la Prevención de la Tortura y de las Penas o Tratos Inhumanos o Degradantes (CPT) del Consejo de Europa publicó el informe sobre su visita a Polonia en mayo de 2017.
El Comité reitera su llamamiento a las autoridades polacas para que eleven el mínimo de espacio habitable por preso a por lo menos 4 m². (Fuente: CPT/Inf (2018) 39, disponible aquí)
¿Cómo está abordando la cuestión de la infraestructura para cumplir con las recomendaciones del CPT?
G. JK: Tomamos todas las medidas posibles para prevenir los efectos del hacinamiento, y el observar que todos los prisioneros tengan un derecho legal a un espacio habitable apropiado es tratado como una prioridad.
No obstante, señalamos la necesidad de implementar cambios en esta área, razón por la cual estamos construyendo diez nuevos pabellones residenciales para 2500 reclusos. Además, tenemos previsto construir otros cinco centros innovadores, cada uno de los cuales constará de un moderno pabellón residencial de 200-250 plazas, una sala de producción y una casa provisional: este es el proyecto “Apoyo al Servicio Penitenciario” del Mecanismo Financiero Noruego 2014-2021. Todo esto nos permitirá aumentar el espacio habitable por recluso.
Además del Programa de Modernización, también hemos emprendido varias reformas estructurales, incluida la liquidación de quince pequeñas unidades desgastadas y la renovación de otras dieciocho unidades, que no solo aportaron beneficios económicos, sino que también mejoraron las condiciones tanto del personal como de los presos.
JT: ¿Cuál ha sido el papel de las penas alternativas en la reducción de la población carcelaria y en el cambio del panorama penal polaco, en particular las penas que recurren al uso del monitoreo electrónico?
G. JK: Contamos con un sistema de monitoreo electrónico integral; se han creado veinticinco equipos de campo, ubicados en veintitrés unidades, en todo el país. Las tareas relacionadas con el sistema de monitoreo electrónico son realizadas de manera continua por 125 oficiales y otros 125 miembros del personal civil. En la actualidad, hay casi 5000 personas sometidas a medidas de monitoreo electrónico, cuyo coste mensual es casi diez veces inferior al de su detención en un establecimiento.
La adopción del sistema de monitoreo electrónico por el Servicio Penitenciario, así como la labor legislativa en curso para ampliar el monitoreo electrónico, contribuirán sin duda a aumentar las penas no privativas de libertad.
Dado que estos fenómenos [la radicalización y la popularización de la violencia] son de una naturaleza dinámica, necesitamos cooperar con otros servicios responsables de la seguridad del Estado y continuar las acciones ya iniciadas (…)
JT: ¿Cuáles son las principales innovaciones y tecnologías del sistema penitenciario polaco?
G. JK: Un proyecto innovador es la creación de la primera institución de educación superior en el Servicio Penitenciario: la Facultad de Criminología y Estudios Penitenciarios. Este año recibirá a los primeros estudiantes, que en el futuro se incorporarán a las filas de nuestra organización.
El objetivo es responder eficazmente a los retos de un mundo cambiante y, al mismo tiempo, la iniciativa es un resultado tangible del conjunto de acciones encaminadas a modernizar el Servicio de Prisiones, atrayendo a jóvenes profesionales capaces de utilizar técnicas modernas, pero que también son empáticos, conscientes de que es primordial tratar a los reclusos de forma humana y respetuosa con la ley.
Todo esto tiene el fin de ayudarnos a cumplir con los requisitos del mundo de hoy. Sin embargo, somos conscientes de los cambios en la geopolítica, por lo que la delincuencia también se está desarrollando y cambiando. Nos esforzamos por mantenernos al tanto de todo lo relacionado con la provisión de una seguridad pública ampliamente comprendida, de la cual el Servicio Penitenciario es un elemento extremadamente importante. Por lo tanto, participamos activamente en conferencias y simposios, incluidos los internacionales, dedicados a los desafíos y amenazas relacionados con el terrorismo, el radicalismo y el extremismo.
Aun considerando los enormes avances tecnológicos que se traducen en soluciones cada vez más novedosas que los delincuentes pueden utilizar para interrumpir el curso normal de nuestro servicio, no nos quedamos atrás.
Nuestro Programa de Modernización nos ha permitido comprar las últimas soluciones en los campos de la tecnología de la información, las comunicaciones, la seguridad técnica y defensiva, así como armas y equipos, incluyendo escopetas y cámaras de inspección, con un grabador para controlar lugares de difícil acceso.
Las inversiones y las compras se llevan a cabo de acuerdo a las necesidades individuales de nuestras unidades: contamos con un moderno sistema de llamadas de emergencia que permite que los agentes de policía, desde sus instalaciones, contacten directamente a los reclusos en sus celdas; hemos introducido soluciones modernas relacionadas con el control de acceso, así como el método de entrega de llaves especiales a los agentes de policía mediante la introducción de depositantes clave; además, hemos implementado un sistema de comunicación inalámbrica y hemos comprado dispositivos modernos de detección de drogas y de control de equipaje; estamos introduciendo gradualmente nuevos automóviles para escoltar a los reclusos, y nuestros agentes de policía han recibido nuevos uniformes especiales.
JT: ¿Cómo aborda el sistema penitenciario polaco los retos del terrorismo, la radicalización y el extremismo en las cárceles, y existen mecanismos de inteligencia para prevenir o contrarrestar estos fenómenos?
G. JK: Los fenómenos de radicalización o popularización de la violencia se producen en la sociedad y son supervisados por diversas instituciones del Estado. Algunos presos cumplen condenas por delitos relacionados con estos fenómenos y otros pueden ser susceptibles al proceso de radicalización, a actitudes antisociales o antiestatales y, en casos extremos, a facciones terroristas.
Dado que estos fenómenos son de una naturaleza dinámica, necesitamos cooperar con otros servicios responsables de la seguridad del Estado y continuar las acciones ya iniciadas a este nivel. Así, participamos en capacitaciones organizadas centradas en las amenazas contemporáneas relacionadas con el terrorismo global y el fenómeno de la radicalización, basadas en las experiencias tanto nacionales como de otros países de la Unión Europea.
Al mismo tiempo, nuestro Código Penal Ejecutivo y otros actos jurídicos en este ámbito no prevén la separación de las personas detenidas por delitos relacionados con el terrorismo, para lo cual se aplican procedimientos distintos en relación con su resocialización.
Las interacciones que llevamos a cabo en el contexto carcelario son individualizadas y adaptadas a los déficits diagnosticados, que son las razones por las que el preso ha entrado en conflicto con la ley penal. La reducción de estos déficits aumenta la probabilidad de lograr un buen comportamiento en la sociedad después del encarcelamiento.
Hasta ahora, en esta área en particular, no hemos registrado ningún evento que pueda amenazar el orden en las unidades penitenciarias o la seguridad de las personas bajo nuestra custodia.
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El general Jacek Kitliński se unió al Servicio Penitenciario en 1993 en calidad de educador y más tarde fue promovido a un puesto directivo en el departamento terapéutico de las prisiones de Żytkowice y Rzeszów. En 2001, fue transferido a la Junta Central del Servicio Penitenciario. En 2007 se convirtió en director regional y, en marzo de 2013, en director general adjunto. El 31 de enero de 2015, por decisión del primer ministro, fue nombrado director general. El gen. Kitliński es licenciado de la Universidad Pedagógica de Rzeszów, ha realizado estudios de postgrado en el campo de la pedagogía en la Universidad de Varsovia y en gestión y mando en la Universidad de Defensa Nacional.