Social distance

Distanciamiento social en prisión

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ODSecurity

El año 2020 fue un año difícil para los servicios penitenciarios de todo el mundo que gestionaron los efectos devastadores de la COVID-19, y aunque el mundo se está recuperando poco a poco, con la ayuda de las tan esperadas vacunas, parece que 2021 seguirá siendo duro para nuestras prisiones, con la aparición de múltiples nuevas variantes del virus.

En marzo de 2021, Philipp Meissner, de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, por sus siglas en inglés), estimó que de los once millones de presos en todo el mundo, más de quinientos veintisiete mil se infectaron con COVID-19, en ciento veintidós países, con más de tres mil ochocientas víctimas mortales en cuarenta y siete países.

Por supuesto, esta cifra puede ser mucho mayor debido a la disponibilidad de pruebas junto con la rápida evolución de la situación.

En su informe, Meissner expresa que el hacinamiento y el perfil de salud característicamente más débil de las poblaciones carcelarias en todo el mundo ha aumentado la propagación de la COVID-19 dentro de las prisiones. Según el Proyecto Marshall, solo en los Estados Unidos, 372 583 presos han tenido COVID-19, de los cuales fallecieron 2359. De hecho, se ha dicho que las prisiones son un caldo de cultivo tóxico para los virus.

En realidad, en noviembre de 2020, el New York Times citó a Toni Preckwinkle, presidente de la Junta de Comisionados del condado de Cook, diciendo: «Nuestras cárceles son placas de Petri». En un lapso de una semana, del 23 al 30 de marzo de 2020, en la cárcel del condado de Cook de Chicago, el número de diagnósticos positivos de COVID-19 pasó de solo 2 a 134 reclusos, y veinte empleados dieron positivo.

En las primeras etapas de la COVID-19, las autoridades penitenciarias se apresuraron a liberar a los presos. El objetivo era reducir la población carcelaria y, a su vez, se esperaba que esto debería reducir la propagación del virus. La UNODC estima que se ha autorizado la liberación de más de setecientos mil presos en todo el mundo, durante la pandemia.

En la cárcel del condado de Cook, en Chicago, redujeron su población reclusa de seis mil a cuatro mil presos, y pusieron en libertad a los reclusos acusados de delitos no violentos. La Oficina de Estadísticas de Justicia de EE. UU. informó que, debido a la COVID-19, las cárceles locales de EE. UU. registraron una caída del 25% en los reclusos.

De marzo a junio de 2020, unos 208 500 reclusos vieron acelerada su puesta en libertad, en respuesta a la COVID-19. Además, debido a la pandemia, las instalaciones carcelarias se volvieron menos hacinadas, ya que las camas ocupadas disminuyeron del 81% a mediados de 2019 al 60% a mediados de 2020.

Pero claramente no todos los establecimientos correccionales pueden liberar a todos sus presos no violentos. Se requiere un esfuerzo concertado para mantener la seguridad de la población y personal penitenciarios, y las vacunas están logrando avances precisamente en eso.

La Oficina de Prisiones de EE.UU. y el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) están trabajando juntos, y hasta la fecha han administrado 78 225 dosis de la vacuna de la COVID-19 a los presos estadounidenses. Pero mientras esperamos a que todos los presos y el personal reciban la vacuna, se requieren más esfuerzos con el distanciamiento social, para proteger no solo a nuestra población carcelaria, sino a la comunidad en general. 

En los Estados Unidos, el laboratorio de ideas sin fines de lucro y no partidista «Prison Policy Initiative» informa que «las cárceles y prisiones en los Estados Unidos, a menudo están hacinadas, y que los presos son más propensos a tener condiciones de salud crónicas que los hacen especialmente vulnerables a las infecciones virales». Preguntan, «¿pueden las personas encarceladas mantenerse a dos metros de distancia entre ellos, de los funcionarios de prisiones y de los otros miembros del personal?». El CDC cita el distanciamiento social como «la práctica de aumentar el espacio entre los individuos y disminuir su frecuencia de contacto para reducir el riesgo de propagación de una enfermedad (idealmente para mantener al menos dos metros entre todos los individuos, incluso los que son asintomáticos)». Sin embargo, también reconocen que «el distanciamiento social puede ser difícil de practicar en entornos penitenciarios y de detención». 

La Asociación Americana de Establecimientos Penitenciarios (ACA, por sus siglas en inglés), afirma que las celdas en los establecimientos penitenciarios deben tener al menos 25 pies (7,62 metros) de espacio por persona, en cada celda que esté «sin obstáculos» de ningún mueble. Esa cantidad de espacio haría casi imposible mantener la distancia 2 metros entre las personas. Con la necesidad de que los presos sean trasladados de un centro penitenciario sin instalaciones médicas in situ a uno que las tenga, o simplemente trasladados de un bloque a otro, el riesgo de que entren artículos de contrabando es alto. Sin embargo, el uso normal de cacheos o registros corporales pondría automáticamente tanto al preso como al oficial en riesgo de contraer o transmitir el virus. Es por eso que debemos considerar opciones alternativas, más seguras y que respeten el distanciamiento social, para el registro de los nuevos presos.

El Soter RS es un escáner de cuerpo entero que permite el registro corporal completo de los presos recién llegados, con una distancia física que garantiza la seguridad tanto de los reclusos como del personal penitenciario.

Al pisar la plataforma de escaneo del Soter, el preso no podrá ocultar ningún artículo de contrabando ni en su cuerpo ni dentro de él. La imagen médica, estándar, de alta resolución, detallada y de altura completa se mostrará claramente en la consola de los operadores, al igual que cualquier cosa y todo lo que no debería estar allí. Ya sea metálico, orgánico o plástico, que muestre una clara diferencia entre el tejido humano y el artículo de contrabando. Con el cese de las visitas cara a cara, y la implementación de mejores dispositivos de escaneo corporal, los presos ahora tienen que encontrar formas más ingeniosas de llegar a ese «máximo de la prisión».

El CDC ha recomendado relajar las restricciones sobre el desinfectante de manos a base de alcohol, un producto que damos por sentado, que nos ayuda a protegernos de la COVID-19. Sin embargo, artículos, como el desinfectante para manos y el jabón, en un entorno carcelario son un bien valioso. Un gel que contiene un mínimo de 60% de alcohol es en sí mismo un artículo de contrabando confiscado y tendría una gran demanda para fines distintos a la limpieza de manos. Incluso el jabón de manos podría ser utilizado en un entorno carcelario como moneda de cambio para otros servicios o productos.

 

Desde que se fundó la empresa en 1960, ODSecurity ha estado fabricando escáneres corporales basados en rayos X. En 2003 desarrolló el primer escáner corporal para el sector de seguridad. La visión de ODSecurity es ofrecer la máxima flexibilidad, poniendo a los clientes en control. Con un enfoque innovador y moderno, ha creado el escáner corporal Soter RS, que se ha implementado con éxito en muchas cárceles, centros de detención, aeropuertos e instalaciones policiales y aduaneras en todo el mundo.

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