Estrategia judicial contra todas las formas de extremismo violento en prisión: directrices armonizadas para jueces

Lo que nuestra administración ha querido publicar, con la contribución de muchos socios, es un pequeño manual para los profesionales de la justicia europea (magistrados, fiscales, abogados, expertos), unas instrucciones, una esperanza… en especial esta última, la esperanza de que esta contribución -apoyada por la Comisión Europea, y que ha visto a muchas personas e instituciones trabajando juntas, comprometidas con la prevención y la lucha contra el fenómeno del terrorismo- facilitará también la formación de una conciencia más fuerte y participativa en las diferentes comunidades que componen la UE, reconociendo que todos compartimos un mismo destino, que todos podemos reivindicar la paz y el bienestar de forma legítima.

Hoy más que nunca, para ir en contra de esas líneas de pensamiento a menudo confusas, que se mezclan con reivindicaciones y aproximaciones, truncadas por la rabia y las noticias falsas, dirigidas a la búsqueda de otros intereses, donde prevalece la lógica personalista.

Esas aberraciones ideológicas, si no se frenan con sentido común, con el descubrimiento de intenciones y estrategias reales, de charlas firmes y con la pretensión legítima de tener respuestas claras y documentadas, pueden sumir a Europa y a su cultura del derecho y los derechos en un riesgo de consecuencias impredecibles y destructivas. 

De hecho, el peligro está presente cuando los ciudadanos europeos se ven inducidos a no reconocerse en el mismo destino que las comunidades, pues retroceden peligrosamente el reloj a un tiempo que no quiere pasar y cuyo recuerdo de hace solo unas décadas sigue ensombrecido por los conflictos militares y las guerras económicas y comerciales.

La memoria corta y el largo sufrimiento parecen ser todavía hoy las vías de un tren al que no hay que subirse, un viaje que hay que evitar, porque los escenarios de la Europa moderna y los derechos de hoy y de mañana pueden y deben ser otros.

El bien universal de la seguridad es uno de sus objetivos esenciales, una seguridad universal que debe reforzarse con el logro real de la seguridad para los ciudadanos de Europa, que deben exigir lo mismo para otros pueblos.

No me detendré en el tema de la seguridad en su sentido militar, aunque no se puede negar el nexo entre las guerras y la criminalidad como algo que suele establecerse y crecer progresivamente, como la metástasis de un cáncer mortal.

Mi preocupación más inmediata, por otra parte, tiene que ver con los problemas de seguridad en el ámbito del crimen: con el crimen organizado, que no tendría ninguna razón para no ofrecer hospitalidad y apoyo a cambio de un beneficio, incluso para los que cometen crímenes terroristas y religiosos violentos.

Las criminalidades a las que nos enfrentamos no tienen fronteras, ni zonas horarias, ni soluciones territoriales; por el contrario, si acaso, tienen una gran capacidad para reconvertirse y saber cambiar sus estructuras organizativas, mediante la búsqueda de nuevas fuentes de inspiración y de beneficio.

El trabajo realizado y resumido en este folleto, que se ha hecho realidad gracias al inestimable compromiso de los socios institucionales y las ONG representadas, trata de esbozar estrategias compartidas, fomentar el intercambio de experiencias y combinar la ciencia y la sensibilidad, porque la cuestión de la seguridad debe abordarse en términos globales.

Los problemas de seguridad críticos afectan siempre, inevitablemente, a los derechos humanos y de la ciudadanía, ya que pueden representar un límite, o incluso una trampa. Sin embargo, por el contrario, si se establecen métodos de trabajo compartidos, también pueden constituir una oportunidad para el crecimiento de la conciencia y la paz social.

El manual, pues, subraya y también persigue otro objetivo, tiene la pretensión de significar otra cosa, quiere ser una advertencia y una exhortación al mismo tiempo: rechazado por cualquiera que discuta el beneficio y la necesidad indefectible de que los Estados de la Unión Europea trabajen juntos, para crear y construir relaciones, conexiones, sinergias en común, porque es precisamente la separación, la visión monocular de cada Estado, cantón, región, distrito, ciudad, pueblo, lo que constituye el mayor apoyo que se puede dar al crimen organizado y al terrorismo.

Paradójicamente, quienes quieren volver a los viejos tiempos, a las fronteras y a los límites, a las estrictas divisiones de lenguas y territorios, a sus propios sistemas jurídicos exclusivos en materia de derecho y castigo penal, no hacen más que construir puentes de oro, vías libres, tierras de promisión para todo el crimen organizado y, precisamente por eso, están cada vez más tentados de proyectarse en un campo supranacional.

En resumen, realmente podemos (y más en la era líquida y en línea, en la que los Estados y las comunidades vivimos hoy en día) ser asociados involuntarios, partidarios inconscientes o cómplices «por casualidad» de la peor delincuencia, incluidos el terrorismo y los delitos por creencias religiosas.

No entender esta verdad trivial puede marcar la diferencia entre el bien y el mal común para todos: en la vida diaria, si a uno le atropella otro conductor a 200 km por hora, no sirve de gran consuelo saber que la persona responsable de ello lo ha hecho a propósito (consciente de que nos ha atropellado) o por distracción o incapacidad para conducir, puesto que los terribles y devastadores efectos serían los mismos.

Por lo tanto, sigamos diseñando estrategias compartidas y empecemos a pensar en cómo las sentencias de prisión por delitos supranacionales deberían ser ejecutadas también en las prisiones europeas para reparar lo que de otra manera sería una contradicción incomprensible.

Hoy en día, más que en el pasado, una parte considerable de la malversación criminal es de naturaleza supranacional (terrorismo, tráfico de armas, drogas, seres humanos, obras de arte, hidrocarburos, etc.) y la conexión del terrorismo político y religioso con el crimen organizado es muy frecuente, tanto que, si no es una complicidad específica, pasa inadvertida cuando los Estados muestran indiferencia u hostilidad en materia de cooperación judicial y policial, así como en el ámbito penitenciario.

Juntos, sin embargo, Europa puede.

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Enrico Sbriglia – Director General de la Administración Penitenciaria Italiana – Administrador de Véneto, Friuli-Venecia Julia y Trentino-Alto Adigio

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