Si hacemos que las prisiones sean más decentes y respetuosas, los prisioneros cambiarán sus propias vidas

 

Sir Martin Narey, el anterior director general del Servicio de Prisiones y jefe ejecutivo del Servicio Nacional de Gestión de Delincuentes, comparte sus ideas sobre el encarcelamiento humanitario:

El mundo de los cargos no ejecutivos, como he descubierto desde que me retiré de mi trabajo a tiempo completo hace unos años, es un mundo turbio. Algunas empresas están dispuestas a ofrecer sueldos nada despreciables por hacer muy poco y, como resultado, vemos demasiados individuos con un exceso de cargos — a veces dudosos — en la Junta.

Aunque yo mismo he recibido ofertas, en mis veintitrés años trabajando con delincuentes —lo que incluye siete años dirigiendo el Servicio de Prisiones y tres dirigiendo tanto el Servicio de Prisiones como el de Libertad Condicional en Inglaterra y Gales —, solo tengo un cargo no ejecutivo en la Junta de Unilink. Y es un puesto real en el que se me escucha como parte de una empresa que obtiene beneficios, pero que también tiene un propósito moral tangible.

La labor de Unilink en las prisiones, que se inició en el Reino Unido pero ahora se extiende por todo el mundo, respeta a los presos utilizando tecnología digital para permitirles tomar una serie de decisiones cotidianas sobre cómo gastan su dinero, qué comen, cuándo y de quién reciben visitas y, recientemente y de manera muy significativa, permitiéndoles abrir intercambios confidenciales con los Samaritans, la destacada organización benéfica que hace mucho por reducir el suicidio y las autolesiones. Dar a los prisioneros la capacidad de tomar tales decisiones por sí mismos les devuelve un poco de dignidad y respeto, a la vez que, indiscutiblemente, ahorra dinero a los servicios correccionales.

Y eso es crucial porque ahora hay muchas pruebas que apoyan la opinión que no dejé de transmitir a los oficiales de la prisión cuando los dirigía: que lo importante en las prisiones es la decencia. Como demuestran una serie de estudios académicos, poner a los prisioneros en varios cursos de rehabilitación simplemente no funcionará mientras se les mantenga en condiciones degradantes y en donde no se les respete. De hecho, la prisión a menudo empeora las cosas y aumenta la probabilidad de reincidencia.

La abrumadora mayoría de los que encarcelamos han tenido una vida desfavorecida. Normalmente, su infancia no ha sido fácil; caracterizada por el abandono y el abuso. Como adultos, los niños que han experimentado una infancia llena de negligencia tendrán problemas de apego, encontrando dificultades para entablar relaciones, para confiar, para aceptar ayuda o consejos. Y sus vidas serán a menudo caóticas. Tenemos que dejar de pensar que podemos hacer cosas a corto plazo por tales individuos (particularmente en el inhóspito ambiente de una prisión) que se pueden corregir estas desventajas tan arraigadas, o que de alguna manera — a menudo, en unas pocas semanas o meses — podemos curarlos.

Pero, por el contrario, la decencia y la dignidad sí importan; hacer que las prisiones sean lugares más respetuosos puede marcar la diferencia y puede animar a los individuos a cambiar sus vidas. Tenemos que hacer un mayor esfuerzo para que las prisiones sean lugares mejores: más dignos y más morales.

Una prisión decente es aquella que toma en serio la limpieza de las celdas en las que viven los prisioneros y los baños que usan. Se trata de la privacidad con respecto a las funciones corporales. Se trata de la capacidad de ser visitado por los seres queridos en condiciones acogedoras. Se trata del acceso a libros, televisión y actividades culturales. Sobre todo, se trata de la forma en que los prisioneros son tratados por el personal y el respeto presente en las relaciones entre el personal y los prisioneros.

 

En tales circunstancias, los prisioneros tomarán la decisión de cambiar o de no cambiar. Recientemente, dos personas han recalcado esta idea. Primero, Duncan McLoughlin, un gobernador retirado de Irlanda del Norte que goza de cierto prestigio, afirmó:

Solo los prisioneros pueden rehabilitarse por sí mismos. La tarea de la prisión es ofrecerles oportunidades para hacer esto posible. Pero… si una prisión va a ser una influencia positiva para un prisionero, solo puede lograrse si tratamos a los prisioneros con respeto, si proporcionamos condiciones de vida decentes, si hacemos de la prisión un lugar donde haya dignidad, donde el miedo esté ausente, y donde haya un sentido de autoestima y respeto por sí mismos.

La segunda persona fue un ex-prisionero llamado Mark Leech que ahora es amigo mío. Durante muchos años fue considerado uno de los prisioneros más peligrosos y difíciles del Reino Unido; pasó 14 años encerrado, en gran parte en aislamiento penitenciario. Desde su liberación, además de convertirse en un exitoso hombre de negocios, se ha lanzado a trabajar por la reforma penitenciaria. Esta es su opinión:

 

Esperar que nuestras prisiones reformen a aquellos a quienes arrojamos a ellas desde barrios de viviendas marginados de alta criminalidad, con exclusión escolar, desempleo, pocas oportunidades, mala crianza de los hijos y donde están arraigadas las pandillas, las armas, las drogas, el alcohol, la violencia y el crimen, es una tarea imposible cuando la experiencia de vida en tantas cárceles consiste en la falta de respeto y, a menudo, en el abuso, la violencia y la suciedad.

 

61 de las 62 prisiones en las que estuve eran así. Entonces llegué a la que era radicalmente diferente. Donde la seguridad y el respeto prevalecieron, y donde se me dio la oportunidad de cambiar mi vida.

Por lo tanto, debemos dejar de buscar curas rápidas de rehabilitación. Desaliente amablemente a aquellos — tanto a los bien intencionados como a los charlatanes— que quieran hacerle creer que tienen un curso de seis semanas o seis meses que puede deshacer el daño de toda una vida. La próxima vez que alguien le diga que tiene un plan rápido que puede transformar vidas (transformar es la palabra específica de la que debería sospechar), dirija con educación su atención hacia la investigación.

En lugar de eso, concéntrese en dirigir buenas prisiones. Afronte el reto moral de dirigir prisiones en las que se respete a los individuos. Y no crea que las condiciones físicas, la superpoblación o los edificios deficientes hacen imposible practicar la decencia y el respeto. El respeto se come a las malas condiciones con patatas.

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The Unilink Group consists of four companies operating in the Criminal Justice Sector: Unilink Software, providing biometrically enabled Custodial Management Software and prisoner self-service; BCL, providing Offender Case Management software applications to probation and community corrections; Unilink Technology Services, providing Communication Services that connect the “outside world” with incarcerated offenders; Acante, specialised in design and manufacturing of self-service devices for use in corrections; and Subsidiaries in Australia, The Netherlands and North America.



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