Según el informe SPACE II del Consejo de Europa más reciente (Aebi & Chopin, 2018), hay alrededor de 1,6 millones de personas bajo supervisión o custodia de los servicios de libertad condicional en Europa, es decir, una tasa promedio de 219 por cada 100 000 habitantes.
El estudio muestra que existe una alta prevalencia en el consumo de drogas entre aquellos en libertad condicional y la población delincuente en general (ver, por ejemplo, el análisis de Fazel, Bains y Doll, 2006). De hecho, la mayoría de las personas que entran en contacto con el sistema de justicia penal tienen un historial de consumo de drogas. Además, muchos continúan consumiendo drogas mientras cumplen sus condenas, y, para algunas personas, las cárceles pueden constituir un entorno en el que adoptan patrones de consumo aún más dañinos (Stöver y Kastelic, 2014).
La investigación también indica que los exdelincuentes a menudo regresan a entornos que provocan una fuerte recaída al uso de drogas y los ponen en riesgo de sobredosis (Binswanger et al., 2012).
Por lo tanto, la prisión y la libertad condicional son entornos importantes para la provisión de respuestas a la adicción a las drogas, a los problemas de salud relacionados con ellas (como las enfermedades infecciosas) y a la seguridad en las prisiones, así como en la sociedad (Stöver & Kastelic, 2014).
En cuanto a las opciones de tratamiento, la investigación muestra que los avances en las tecnologías, especialmente la realidad virtual, son prometedores para ayudar en el tratamiento de las adicciones (Metcalf et al., 2018).
Con sus entornos tridimensionales generados por ordenador, la realidad virtual es inmersiva, multisensorial y se centra en el usuario, lo que la convierte en una potencial herramienta terapéutica (Bordnick, Carter y Traylor, 2011). De hecho, uno de los potenciales de la realidad virtual es expandir la metodología de exposición a señales. Los drogodependientes reaccionan a los estímulos asociados con el uso de drogas en forma de ansia incrementada, activación fisiológica y conductas de búsqueda de drogas. La técnica de exposición a señales se utiliza para facilitar el aprendizaje y el refuerzo cognitivo de nuevos comportamientos, además de provocar la supresión del deseo en presencia de señales relacionadas con el consumo de drogas y alcohol (Hone-Blanchet, Wensing y Fecteau, 2014). Los métodos tradicionales de exposición (por ejemplo, las barras en laboratorios) presentan muchas limitaciones, que incluyen cuestiones de repetibilidad y control, costo, espacio y tiempo, problemas de confidencialidad, seguridad y responsabilidad, entre otros. Mediante el uso de la tecnología de RV, todos estos problemas pueden abordarse de manera eficiente (Bordnick et al., 2008) dado que, en entornos virtuales reales, los usuarios están expuestos a señales y se les recomienda ignorar las ansias o intentar hacerles frente.
El potencial de rehabilitación de la tecnología VR ha preparado el camino para un proyecto innovador: “Desarrollar y utilizar la tecnología de realidad virtual para la rehabilitación de los drogadictos en el servicio de libertad condicional” (RV para la rehabilitación de drogas).
El proyecto busca desarrollar y probar un programa innovador de tratamiento de drogas entre la población joven (entre 18 y 30 años de edad) en libertad condicional, mediante el uso de la tecnología RV, dirigida a reducir el ansia por las drogas y mejorar el conocimiento de los usuarios sobre la nocividad de su adicción.
El proyecto RV para la rehabilitación de drogas prevé la creación y la adaptación de escenarios para una aplicación de la RV como una herramienta adicional para la técnica de exposición a señales (que provoque en el público destinatario el deseo por consumir), el desarrollo de una herramienta de evaluación para probar los efectos de las sesiones de RV en los usuarios y un programa piloto con el grupo objetivo en los países socios (Portugal, Rumania, España y Turquía).
Además de la intervención con presos en libertad condicional, el proyecto también mejorará la calidad y la efectividad de los programas de formación de capacidades dentro de los servicios de libertad condicional, pues ofrecerá formación a los empleados sobre cómo aplicar el programa de RV y una formación piloto en los sistemas de libertad condicional asociados.
Con este proyecto, nuestro objetivo es avanzar y contribuir a un conocimiento más sistematizado en el campo, así como a mejorar las prácticas en el tratamiento de los delincuentes que sufren de adicción a las drogas.
Aebi, M., & Chopin, J. (2018). SPACE II – Council of Europe Annual Penal Statistics. Survey 2016. Persons Serving Non-Custodial Sanctions and Measures in 2016. Strasbourg: Council of Europe.
Binswanger, I., Nowels, C., Corsi, K., Glanz, J., Long, J., Booth, R., & Steiner, J. (2012). Return to drug use and overdose after release from prison: a qualitative study of risk and protective factors. Addiction science & clinical practice, 7(3), 1-9.
Bordnick, P., Carter, B., & Traylor, A. (2011). What virtual reality research in addictions can tell us about the future of obesity assessment and treatment. Journal of Diabetes Science and Technology, 5(2), 265-271.
Bordnick, P., Traylor, A., Copp, H., Graap, K., Carter, B., Ferrer, M., & Walton, A. (2008). Assessing reactivity to virtual reality alcohol-based cues. Addictive Behaviors, 33(6), 743-756.
Fazel, S., Bains, P., & Doll, H. (2006). Substance abuse and dependence in prisoners: A systematic review. Addiction, 101(2), 181-191.
Hone-Blanchet, A., Wensing, T., & Fecteau, S. (2014). The use of virtual reality in craving assessment and cue-exposure therapy in substance use disorders. Frontiers in Human Neuroscience, 8. doi: 10.3389/fnhum.2014.00844.
Metcalf, M., Rossie, K., Stokes, K., Tallman, C., & Tanner, B. (2018). Virtual reality cue refusal video game for alcohol and cigarette recovery support: Summative study. JMIR Serious Games, 6(2). doi: 10.2196/games.9231
Stöver, H., & Kastelic, A. (2014). Drug treatment and harm reduction in prisons. In S. Enggist, L. Møller, G. Gaudea, & C. Udesen, Prisons and Health (pp. 113-133). Copenhagen: World Health Organization.