El riesgo de radicalización en la prisión es un peligro real e importante en las instalaciones correccionales de todo el mundo. Este riesgo, sin embargo, no es nuevo, aunque el foco sobre quién se radicaliza durante el encarcelamiento ha cambiado de un enfoque principal sobre los extremistas de derecha a los islamistas radicales.
Para prevenir la radicalización en las cárceles, las autoridades penitenciarias se basan en: a) buenos regímenes penitenciarios, b) seguridad dinámica, c) intercambio de información e inteligencia (interna y externa), d) educación y formación del personal, e) regímenes de colocación, f) control de los líderes religiosos (por ejemplo, los imanes) y, por último aunque no por ello menos importante, g) herramientas para la evaluación de riesgos en varios niveles, así como h) programas especializados de lucha contra la radicalización (que incluyen el uso de mentores – los ex presos – e intervenciones psicológicas especializadas por parte del personal clínico).
En algunos países, las medidas de prevención mencionadas están integradas en la composición genérica del servicio penitenciario, mientras que en otros no son fáciles de adoptar o incluso pueden ser imposibles de aplicar.
Por ejemplo, Noruega considera que su servicio penitenciario es uno de los mejores del mundo debido a la composición de las prisiones, la formación del personal y los contenidos centrados en la rehabilitación y la reintegración. En Noruega, hasta la fecha, no existe hacinamiento ni una importante escasez de personal, y los establecimientos penitenciarios prestan servicios esenciales y ofrecen oportunidades educativas, laborales y actividades de ocio.
En resumen, se considera que las prisiones noruegas cuentan con “buenos regímenes penitenciarios”.
Además, el “modelo noruego” hace hincapié, casi como un mantra, en ser líder en términos de seguridad dinámica, sobre todo porque tiene uno de los programas de formación básica para funcionarios de prisiones más completos del mundo (dos años de estudios universitarios).
Sin embargo, Noruega tiene muy pocos psicólogos clínicos trabajando en los servicios correccionales, por lo que no hay intervenciones psicológicas especializadas ni se utiliza ninguna herramienta de evaluación de riesgos basada en el juicio profesional estructural (con utilización de instrumentos), como VERA-2 o algún equivalente, para los reclusos potencialmente radicalizados.
Además, los servicios penitenciarios noruegos no emplean directamente a sacerdotes, imanes, rabinos ni a ningún otro clero. En su lugar, es la diócesis local la que paga a los sacerdotes, por lo que tienen presencia en la mayoría de los centros penitenciarios de toda Noruega. Por su parte, es más difícil conseguir que los imanes acudan, ya que las prisiones dependen de las congregaciones musulmanas locales para proveerlas a ese nivel.
En otros países el hacinamiento y la falta de personal en las instalaciones están a la orden del día, lo que aumenta la probabilidad de que las pandillas capten a otros reclusos.
A este respecto, algunas pandillas pueden estar fundamentadas en la adhesión religiosa, la etnia y el color o en cuestiones políticas. Esto, una vez más, no es nada nuevo, ya que los servicios penitenciarios han tratado con pandillas de supremacistas blancos que mezclan la delincuencia con la política (o la raza), como la Hermandad Aria (AB), durante mucho tiempo.
Otros países han tratado con terroristas encarcelados cuyo objetivo, local o regional, era el de establecer estados-nación propios para librarse de las cadenas de la entidad legal gobernante, o con grupos terroristas motivados por el deseo de luchar contra el estado para reemplazarlo con versiones socialistas.
En la historia reciente, encontramos tales ejemplos en el Reino Unido, España, Grecia, Alemania, así como en muchos otros países. Sin embargo, en los últimos años la amenaza de los islamistas radicales – sobre todo de los retornados del llamado Estado islámico de Irak y el Levante (EI) – ha sido el punto central de las autoridades penitenciarias en gran parte del mundo.
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El Dr. David Hansen trabaja actualmente como profesor asociado en la Universidad del Servicio Correccional Noruego (KRUS). En KRUS, David lleva a cabo una investigación empírica exhaustiva sobre los musulmanes en las cárceles noruegas, enseña y supervisa el tema de la radicalización en las prisiones y apoya a la dirección en actividades dirigidas a prevenir la radicalización en las cárceles noruegas. Su trabajo publicado incluye (2018) “Radicalization in Norwegian Prisons: The Story of ‘Zubair’”, en Overland, G.; Salomonsen, J.; Andersen, A. (2018). Processes of Violent Radicalisation in the 21st Century. Newcastle: Cambridge Scholars Publishing.