Poner al equipo en el centro de la transformación penitenciaria de Misuri 

Entrevista

Anne Precythe

Presidenta de la Asociación de Directivos de Servicios Penitenciarios y Directora del Departamento Penitenciario de Misuri, EE.UU.

La  de  los  recursos  humanos  es  una  de  las  cuestiones  principales   en   que   la   directora   Precythe   ha   centrado   sus   esfuerzos   como   líder.   Ella   y   su   equipo   se   han   comprometido  a  crear  un  entorno  laboral  más  seguro  y  aumentar la satisfacción de los empleados, para así lograr, automáticamente, un trabajo de mayor calidad y con mejores resultados. 

Con este fin, el Departamento Penitenciario de Misuri  invierte  en  formar  y  dar  valor  a  los  empleados.  Así  será cada vez más viable retenerlos, interactuar e intervenir mejor con los internos y transformar efectivamente la cultura de la organización. 

En esta entrevista, la directora Precythe nos presenta toda su visión, habla de los últimos logros y desafíos y nos da a conocer la Asociación de Directivos de Servicios Penitenciarios, que ella preside.

 JT: El  Plan  Estratégico  del  Departamento  Penitenciario  de  Misuri  se centra en tres ejes principales: crear un entorno de trabajo más seguro, mejorar los recursos humanos y reducir el riesgo y la reincidencia.

¿Puede extenderse más sobre su objetivo de capacitación del personal y la seguridad de este y aportar ejemplos de las iniciativas emprendidas para lograrlo?

AP: Al llegar a Misuri, en enero de 2017, el Departamento necesitaba una  misión  y  visión  definidas  con  más  claridad.  Los  funcionarios de  prisiones  necesitaban  saber  cómo  encajaban  en  los  objetivos de la  organización. Por este motivo mi administración hizo del personal una prioridad, y trabajó junto a este.

Operativamente, continuamos trabajando   con   delincuentes,   pero   creemos que, si queremos reducir el riesgo y la reincidencia, es necesario que contemos  con  un  equipo  en  que  exista  buen  trato entre todos  sus  miembros.  Si  es  así,  automáticamente, el  trabajo  con  la  población  reclusa será mejor. 

La retención del personal también era un aspecto importante, por lo que adoptamos un enfoque de transformación cultural. Una de las  primeras  medidas  consistió  en  identificar los tipos de herramientas que nuestros supervisores necesitaban para ser eficaces con  las  personas de  su entorno. Ahora  nos  centramos  en  un  conjunto  de conceptos que orientan nuestra actuación: confianza, respeto, buena relación,  valoración, aprecio y  escucha. Son  conceptos  tan  vitales  que  ahora forman parte de nuestro ADN. 

Nuestra visión es la de «mejorar vidas para conseguir comunidades más seguras», y la aplicamos de  tres  formas:  creamos  un  lugar de  trabajo  más seguro,  mejoramos  nuestra  fuerza  laboral y  reducimos  el  riesgo  y la  reincidencia. Nos  aseguramos  de que las personas  regresen  a sus comunidades siendo mejores que cuando vinieron a nosotros.  

Hacer que el lugar de trabajo sea más seguro tiene que ver con adoptar el enunciado de  nuestra  visión  y  vincularlo  al  valor que  atribuimos  a  nuestros empleados. El aprecio y el reconocimiento son absolutamente esenciales

Ya  hemos  inculcado este principio  en  2.100 de  nuestros  supervisores  formándolos en comunicación, lo que incluye practicar conversaciones difíciles y enfatizar la premisa de valor: la idea de que cada función es importante y de que cada  miembro  de equipo  contribuye  al resultado global.

Y contamos  con  embajadores,  en  todas  nuestras  instituciones,  que  imparten periódicamente sesiones de formación de actualización. Hemos contratado especialistas  en  supervisión  que  apoyan  al  personal  que ascenderá al cargo de supervisor, y el método aplicado ha funcionado muy bien. También  hemos sido muy  estrictos  en  la forma de incorporar a las personas a roles de  liderazgo,  ya  sean  supervisores  de  primera  línea o cargos de administración. 

Mi adjunto y yo nos reunimos con personal que asciende a nivel medio o superior para hablarles de hacia dónde nos dirigimos como departamento, de cómo llegaremos a nuestro destino y de qué modo queremos que nos ayuden a llegar. 

Si los líderes no sabemos hacia dónde vamos, ¿cómo pretendemos que nos ayuden en el trayecto? Finalmente, nos centramos  en  las  necesidades  de  nuestro  personal  y sus familias. El  trabajo  que  llevamos  a cabo se organiza  en  turnos y  es  estresante.  

Nuestros  empleados  ven  en  el  trabajo  cosas que  algunas  personas nunca verán en su vida. Los entornos penitenciarios afectan a toda la familia. Intentamos identificar recursos que aporten a los funcionarios el apoyo social y emocional que necesitan para sentirse saludables y capaces de venir a trabajar. Por  ejemplo, exploramos  opciones  con  trabajadores  sociales clínicos habilitados que  puedan  ayudarnos a ofrecer  servicios  confidenciales que apoyen el bienestar conductual del personal y que también pueden contribuir a resolver posibles problemas de salud mental o consumo de sustancias. 

También organizamos seminarios posteriores a incidentes críticos en los que reunimos a hasta 30 miembros del personal durante tres días. En este tiempo, trabajan con un especialista en traumas, personal especializado en salud mental, personal especializado en salud conductual, personal de apoyo y miembros de nuestro equipo de apoyo entre pares para abordar los traumas.

Las personas que trabajan hoy en el sector penitenciario quieren sentir que  su  labor  tiene  sentido y que  han  hecho algo diferente.  Debemos  crear un entorno en el que tengan interacciones sólidas entre sí y también con  la  población  delincuente,  sin  perder de vista el  equilibrio  con  los  componentes de seguridad y protección.

Nos centramos en cómo capacitar, retener y apoyar a nuestro personal. Hemos capacitado a más de 10.000 personas en habilidades que permiten comunicarse mejor con sus superiores y dependientes y también con su entorno.

¿Qué  formas  innovadoras  están  implantando para  reducir  la  reincidencia? ¿Cuáles han sido los resultados hasta el momento?

AP: El desarrollo de nuestro equipo de trabajo constituye el primer paso para  reducir  la  reincidencia.  En  último  término, las  interacciones  que os empleados tengan con los internos influirán en la conducta de los reclusos. 

Nuestras tasas de reincidencia durante el primer año posterior a la puesta en  libertad  han  descendido  constantemente.  En  2017, la tasa superaba el 15%, mientras que datos más recientes, de 2020, presentan una tasa inferior al 9%.

También hemos participado en el proyecto Reinvertir en la Justicia (Justice Reinvestment Initiative), dirigido a reducir la encarcelación y reinvertir los ahorros resultantes en un sistema mejor. 

En el marco de dicho proyecto se creó el programa Improving Community Treatment Success (Mejorar el éxito de la atención a infractores en el entorno comunitario). 

Dicho programa tiene por finalidad atender a personas que se encuentran en libertad provisional o condicional con problemas importantes de consumo de sustancias y necesitadas de apoyo para que su tratamiento sea satisfactorio. 

Se trata de  un  modelo de «pago por  rendimiento» que realmente  contribuye al éxito del tratamiento. Cada equipo proveedor cuenta con un funcionario de libertad provisional y de libertad condicional, además de diversos especialistas;  en  función  de  las circunstancias  del  cliente, que  pueden  consistir en consumo de  sustancias, problemas de salud  conductual, apoyo entre pares, empleo y vivienda, entre otros. 

También hemos remodelado nuestros Centros de Supervisión Comunitarios (CSC). Se trata de instalaciones residenciales en las que se permite vivir durante un breve período con el fin de posponer o evitar la  encarcelación  de  quienes  se  encuentran  en  libertad  provisional o condicional con riesgo de revocación.

Hemos reestructurado la totalidad  de los CSC y los Centros de Transición  con  más programas de rehabilitación  y habilidades para la vida, basándonos en intervenciones cognitivo-conductuales.

Cooperamos con  socios externos para prestar asistencia y ofrecer  oportunidades de empleo a los infractores.

Cuando  llegué  aquí,  Misuri  tenía  la  tasa  de  encarcelación  femenina  que más  rápidamente  crecía,  lo que era  inadmisible.  Para resolver el problema, destinamos uno de nuestros CSC exclusivamente a las mujeres. Y cambió el juego para la delincuencia femenina, ya que vemos ahora que la mayor parte de las mujeres bajo supervisión no reingresan en prisión.

Creamos  centros  de  reinserción social dentro de  algunas  de  nuestras  prisiones, y vamos añadiendo  más  según  avanzamos. Entre otros  servicios, los internos pueden  acudir a dichos  centros, inscribirse  para  tener una cita y buscar empleos en línea.

También estamos muy enfocados en la educación. Para las personas encarceladas, la posibilidad de acceder a estudios superiores es vital.

Necesitan poder aspirar a un futuro mejor cuando salgan, y nada aporta más esperanza para el futuro que la educación. Si los estudios superiores les atraen, quiero podérselos proporcionar. 

Ahora mismo estamos asociados con aproximadamente una docena de colegios  universitarios  y universidades, y continuaremos ampliando el número de programas de estudios universitarios disponibles.

También ofrecemos muchas clases de formación profesional, centradas en las habilidades que se requieren en el mundo laboral actual. Van más allá de las clases básicas, de cosmética y carpintería, de épocas pasadas. Entre  nuestros  asociados,  hay  una empresa de Ohio que forma sobre la construcción de tejados. Además, impartimos cursos de codificación, soldadura, cableado industrial y fibra óptica, además de operación de maquinaria pesada y simuladores de conducción de camiones. 

Las asociaciones con las empresas que entran y forman a los delincuentes es esencial,  ya que entonces  estas  contratarán  a personas que en el  pasado  han  sido condenadas por delitos.  He  ahí  otro  terreno en el  que hemos presenciado resultados satisfactorios. 

En un estudio apoyado por la Coleridge Initiative, vimos que algunos de los  exdelincuentes  que  habían  recibido  formación  profesional  durante la estancia  en  prisión  también  tenían una tasa de ocupación  estable  superior a la media, una vez  transcurrido  un  año  desde la  puesta  en  libertad:  aproximadamente superior  en  7% con  respecto  al conjunto de los  delincuentes  puestos  en  libertad.  La  estabilización  laboral  es  fundamental para reducir la reincidencia.

La directora Precythe y el gobernador de Misuri, Mike Parson, visitan el Centro de Supervisión Comunitaria de Fulton en enero de 2020, una instalación dedicada a mujeres infractoras.

 JT: La población reclusa de Estados Unidos es una de las más numerosas del mundo. Históricamente, la tasa de encarcelación per cápita en este país también es elevada. En los últimos años hemos detectado un descenso significativo en las tasas de encarcelación [1]. Entre 2017 y 2021,  Misuri experimentó un descenso del 30% en la población reclusa.[2]

¿Cómo ve esta tendencia? ¿Cómo contribuye el Departamento a promover las sentencias alternativas basadas en la comunidad, especialmente teniendo en cuenta que su trayectoria profesional está muy vinculada al sector comunitario?

AP:  Hemos cambiado el modo  en  que  gestionamos  los casos en  Misuri, y  creo  que al  hacerlo  hemos  contribuido a parte del descenso de la  población  reclusa.  Ahora  nos  centramos  en  el  seguimiento  de  prácticas basadas en la evidencia, y dirigimos la  atención a los casos de riesgo alto y moderado. Notificamos los incumplimientos técnicos al tribunal y reservamos los informes por infracción a los casos graves de incumplimiento y a nuevos delitos. Nos hemos basado en los datos, que cada vez revisamos más, como apoyo para orientar nuestra práctica. A través de los CSC reestructurados también evitamos la prisión para los individuos en riesgo. A lo largo de los cuatro años transcurridos desde la redefinición del propósito de los CSC, los quebrantamientos de las condiciones de supervisión, en los tres meses posteriores a la salida, se redujeron en más del 35%. De hecho, más del 70% de las personas que van a un CSC se encuentran en riesgo serio de revocación. Transcurridos dos años desde su salida del CSC, solo alrededor de la mitad reingresan en prisión. Hablamos de una reducción del riesgo en el 25%, lo que es bastante relevante. 

Además, se introdujo un cambio sustancial en el código penal en 2017, que supuso un descenso del número de personas condenadas a prisión. Nuestro Departamento no es responsable de las medidas alternativas a la condena a prisión, y tampoco trabaja en la etapa previa al juicio, pero creemos en el uso de respuestas escalonadas y herramientas cognitivas para ayudar a reordenar el pensamiento de un cliente mientras está bajo supervisión en la comunidad.

Clase inaugural del Centro de Supervisión Comunitaria de Fulton. Febrero de 2019.

¿Cuáles fueron las dificultades y oportunidades más importantes que surgieron con la pandemia de COVID-19? ¿Qué cambios llegaron para quedarse?

AP: Uno de los sectores que no se detuvo fue el penitenciario. De hecho, redoblamos esfuerzos y trabajamos  más rápido y más duro, lo que apenas nos ha sido reconocido.

Con todo, no puedo sentirme más orgullosa de cada miembro de nuestro equipo, por la forma en que gestionamos la crisis. 

Tuvimos que ingeniárnoslas para hallar  espacios de cuarentena y aislamiento, trasladar a los internos y alimentarlos de modos diferentes, continuar haciendo el trabajo, alojarlos y ofrecerles recreo de otra forma.   

Todo tuvo que pensarse de un modo diferente. La comunicación con el personal y con los internos fue  excelente. La teleasistencia  en  materia sanitaria ya existía, pero su uso creció significativamente.Y vimos que podíamos hacer mucho más mediante las aplicaciones de videoconferencia, por lo que las utilizamos más. 

Durante  un  tiempo  suspendimos el  régimen de visitas y, antes de reanudarlo, se preguntó en cada institución, al personal y a los internos, cómo debería ser un régimen de visitas seguro. Optamos por un enfoque de planificación; la gente tenía que llamar y entrar en la programación para que el número de personas que coincidían en la sala de visitas fuese reducido. 

Diseñamos una estrategia de contención viral, basada en eliminar el contagio cruzado entre unidades de  alojamiento, y la incorporamos en  nuestro  plan de emergencias. Aplicamos uno de los enfoques más enérgicos en cuanto a test de COVID en el país. Incluía el  análisis de aguas residuales. Recopilamos datos  sobre la COVID e  hicimos  seguimiento de estos para ver qué información nos aportaban. 

Tras un año de pandemia, el New York Times evaluó la tasa de COVID en las prisiones en comparación con las tasas existentes en las comunidades de su entorno; y la nuestra fue una de las más bajas del país. La componente  comunitaria  tuvo  que  adoptar  los  medios  telemáticos, y no teníamos ordenadores portátiles para todo el equipo de trabajo ni disponíamos de internet en algunas zonas rurales. Sin embargo, fuimos realmente creativos. Incluso se realizaron citas con los funcionarios de la libertad condicional en el formato drive-thru. 

Dichos funcionarios también hicieron muchas visitas por videollamada. Pudieron ver a los clientes en sus entornos, a los padres en casa con  los  niños  haciendo  los  deberes; y  pudieron  tener  una  visión  mejor  del  día a día de los clientes. Así, pues, la COVID también tuvo su aspecto positivo.  

El sector penitenciario no huye de las crisis, y no hay  duda de que nuestra gente no huyó de la COVID-19.  Al contrario:  permanecieron  ahí, y yo no podría sentirme más orgullosa de la forma en que hicieron frente a las dificultades

¿Qué otras dificultades y logros prevé para el Departamento Penitenciario de Misuri?

AP: Pienso que la ampliación de nuestra fuerza de trabajo acabará siendo un reto de largo plazo, y esto nos brinda la oportunidad de ver cómo podemos hacer las cosas de otro modo en esta actividad: cómo conseguir que este, además de ser un gran lugar en el que trabajar, también sea un ámbito donde todo el mundo sienta que se le valora, incluye y escucha.

Los profesionales del sector penitenciario actual quieren sentir que ejercen un impacto positivo. Por lo tanto, nosotros, como líderes, debemos pensar realmente diferente acerca de cómo estructuramos la actividad del día a día y gestionamos las conductas en el seno de nuestras instituciones.

Y realmente creo que necesitamos que el personal se implique para ayudarnos a solucionar los retos. Y también es esencial la implicación de quienes cumplen condena, porque es preciso que su voz se oiga en el proceso de transformación, para que ellos mismos también actúen de un modo diferente.  

Finalmente, queremos que nuestro Departamento sea reconocido como una de las mejores instituciones en las que se puede trabajar. Si lo logramos, nuestra gente vendrá a trabajar, no abandonará su empleo y podremos llegar al punto en el que queremos estar a largo plazo.  

Siguen siendo necesarios muchos programas de intervención para los delincuentes. Por ejemplo, tenemos gran interés en conectarlos con un empleo antes de que salgan de la prisión y en ayudarlos para que progresen continuamente. 

No se trata tan solo de conseguirles un empleo. Necesitan, además, el apoyo de la comunidad y un lugar donde pasar la noche. La vivienda es una gran dificultad. También necesitan atención médica, apoyo familiar y emocional y apoyo de sus pares. Nuestra misión es bastante compleja, pero disfruto asumiendo el reto.

A las residentes del Centro de Supervisión Comunitaria se les ofrece preparación intensiva para el empleo, tratamiento de trastornos por uso de sustancias, intervenciones cognitivas y asistencia social.

Usted preside la Junta de la Asociación de Directivos de Servicios Penitenciarios.  ¿Qué es esta Asociación y en qué centra su actividad?

AP: La Asociación de Directivos de Servicios Penitenciarios (CLA) es una organización cuyos miembros son los CEO de los departamentos penitenciarios de Estados Unidos. 

Dirigen organismos penitenciarios estatales y también organismos penitenciarios del condado de Los Ángeles, del distrito de Columbia, de la ciudad de Nueva York, de Filadelfia, de la Oficina Federal de Prisiones y centros  penitenciarios situados en cualquier  territorio, posesión o mancomunidad de Estados Unidos. Juntos, gestionan más de 400.000  profesionales del sector penitenciario y, aproximadamente, 8 millones personas entre población reclusa y personas en situación de libertad condicional o libertad provisional. 

La CLA tiene por misión promover la actividad profesional de del sector penitenciario, prestarse asistencia mutua e influir en las políticas y prácticas que conciernen a la seguridad pública.   

Como presidente de CLA, espero poder conectar la Revista JUSTICE TRENDS con muchos de los directores, comisionados y secretarios de instituciones penitenciarias de los Estados Unidos. Ellos están comprometidos con la innovación en sus lugares de trabajo y estoy segura de que les va a interesar la información relevante que contiene la publicación. 

Estamos interesados en conocer los avances exitosos en el ámbito penitenciario en otros países, y también nos hace mucha ilusión poder compartir las iniciativas creativas que están funcionando bien en nuestro país.

Como digo constantemente, somos una nueva generación de líderes de instituciones penitenciarias y esta revista nos puede apoyar a continuar aprendiendo mutuamente.

Referencias:

(1) Kang-Brown, J., Montagnet, C., & Heiss, J. (2021). People in Jail and Prison in 2020. Vera Institute of Justice. 

(2) Kang-Brown, J., Montagnet, C., & Heiss, J. (2021). People in Jail and Prison in Spring 2021. Vera Institute of Justice.

Anne Precythe

Directora del Departamento Penitenciario de Misuri y presidenta de la Asociación de Directivos de Servicios Penitenciarios, EE.UU.

Anne Precythe inició su trayectoria profesional en el sector penitenciario en 1998, como funcionaria de libertad condicional y libertad provisional en el Departamento de Seguridad Pública de Carolina del Norte, donde pasó a ocupar el cargo de directora de la División de Servicios Penitenciarios Comunitarios. Precythe preside a la Asociación de Directivos de Servicios Penitenciarios desde 2020. Ha desempeñado funciones en la Junta Asesora del Instituto Nacional de Servicios Penitenciarios, la Junta Asesora del Centro de Justicia del Consejo de Gobiernos Estatales y el Consejo de Justicia Penal. En 2021, fue designada Líder Social del Año por la Greater Missouri Leadership Foundation. 

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