Entrevista
Laurent Ridel
Director de la Administración Penitenciaria, Francia
Con más de 40 años de experiencia en el sistema penitenciario francés, Laurent Ridel aborda temas críticos como el hacinamiento en las cárceles y describe estrategias integrales para la rehabilitación de delincuentes y la reducción de la reincidencia. También habla del desafiante trabajo de gestionar reclusos extremistas radicalizados y de los esfuerzos para combatir el crimen organizado.
¿Cuáles son los principales retos a los que se enfrenta actualmente la administración penitenciaria francesa?
LR: Nuestro principal problema es la superpoblación carcelaria, caracterizada por una elevada población reclusa y una tasa de encarcelamiento en aumento, lo que distingue a Francia del resto de Europa. El gran número de personas en medidas alternativas no logra aliviar el problema. El hacinamiento se traduce en condiciones de vida indignas, con varios presos compartiendo celdas pequeñas y algunos obligados a dormir en colchones en el suelo. Las frecuentes críticas de los tribunales franceses y europeos subrayan la gravedad de esta situación.
Además, el hacinamiento afecta negativamente a la salud mental de los reclusos. Esto también se debe a las dificultades del sistema psiquiátrico, que tiene un número insuficiente de psiquiatras y una población creciente de reclusos con enfermedades mentales. El hacinamiento también perjudica el funcionamiento de los centros penitenciarios diseñados para un número mucho menor de reclusos, lo que resulta en escasez de salas de visita, oportunidades de empleo, formación profesional y atención médica.
Esta crisis afecta al bienestar del personal penitenciario, lo que se traduce en el deterioro de las condiciones de trabajo, el aumento de la tensión, la violencia y el incremento de las bajas por enfermedad, especialmente entre el personal de vigilancia. Para hacer frente al hacinamiento, el gobierno tiene previsto crear 15.000 nuevas plazas en 50 prisiones modernas. Además, se están optimizando los espacios existentes. Sin embargo, abordar el hacinamiento requiere un planteamiento global que vaya más allá de las soluciones inmobiliarias.
Como parte de nuestro planteamiento, aspiramos a emular el éxito de Alemania en reducir la población carcelaria a través de métodos alternativos. Nuestro sistema de libertad condicional, basado en evidencia e integrado en los servicios de administración penitenciaria, ofrece ahora una serie de penas no privativas de libertad, incluidos trabajo en beneficio de la comunidad y el monitoreo electrónico. En la actualidad, gestionamos a más de 181.000 personas en la comunidad y 75.000 en prisión.
Convencer a los jueces de que favorezcan la libertad condicional frente a las penas de prisión es difícil, pero mis colaboradores y yo nos reunimos con los jueces de muchos tribunales para que conozcan mejor las posibilidades que ofrece el sistema. La concienciación pública sobre los costes de la prisión es también un factor clave, ya que las prisiones son caras y las penas basadas en la comunidad pueden prevenir eficazmente la reincidencia. Con el fin de cultivar en Francia una formulación de políticas basada en pruebas, hemos pedido a un equipo especializado que evalúe la eficacia de distintos tipos de penas para diferentes tipos de delitos y perfiles individuales. Este enfoque nos ayudará a determinar qué tipos de penas son más eficaces.
Para abordar los desafíos del hacinamiento, ¿cuáles estrategias y enfoques considera más importantes para la rehabilitación de delincuentes y la reducción de la reincidencia?
LR: Uno de los mayores desafíos a los que se enfrentan los programas de rehabilitación en prisión es la escasez de funcionarios. La contratación ha resultado ser todo un reto. Hemos hecho esfuerzos concertados para cambiar la percepción que la sociedad tiene de la institución, haciéndola más positiva y atractiva. Nuestro objetivo inicial fue inculcar un sentimiento de orgullo entre los funcionarios de prisiones. Para lograrlo, pusimos en marcha medidas simbólicas, como la participación de los funcionarios de prisiones en el desfile del 14 de julio, nuestra fiesta nacional, junto con otras fuerzas de seguridad pública. Además, hemos introducido recientemente dos días nacionales para honrar a la administración penitenciaria.
También trabajamos en la comunicación para cambiar la percepción pública sobre las prisiones. Estamos convencidos de que el trabajo en prisiones puede ser atractivo para los jóvenes, porque es una de las profesiones de la función pública más significativas y centradas en el ser humano.
Otro aspecto clave de nuestros esfuerzos consiste en hacer más atractivas las funciones penitenciarias. Hemos reestructurado el estatus de los directores, elevándolos a la categoría de altos funcionarios, similar a la de los magistrados. También hemos mejorado el estatus de todo el personal de libertad condicional, funcionarios y directores. Esto se ha traducido en un aumento significativo del estatus y las asignaciones, alineando estas funciones más estrechamente con las de los agentes de policía, bomberos o funcionarios de aduanas. Nuestro objetivo es reforzar la comunicación y atraer activamente a personas para que se incorporen al servicio penitenciario.
En cuanto a los programas de tratamiento penitenciario, nos dedicamos a garantizar que el tiempo pasado en prisión sea productivo. Por ello, el primer paso es establecer un sistema de evaluación a la llegada. El individuo es evaluado por un equipo multidisciplinar y, en función del resultado, definimos un plan para el cumplimiento de la condena. Nos centramos en aspectos complementarios que abarcan el comportamiento social, la gestión emocional, los factores criminológicos, el cumplimiento de las normas sociales y de relación interpersonal, etc.
Nuestro trabajo tiene un importante componente social. Reconocemos que las poblaciones con las que trabajamos proceden de algunos de los grupos más desfavorecidos de la sociedad. Por ello, hemos desarrollado programas integrales en colaboración con los servicios públicos, como la educación, la formación profesional y la asistencia sanitaria. Además, evaluamos la eficacia de todos estos programas. Adaptamos nuestra programación para abordar tipos específicos de delincuencia.
Por ejemplo, Francia se ha enfrentado a un alto número de terroristas islámicos radicales violentos. Como respuesta, hemos desarrollado programas especificos, al tiempo que mantenemos nuestra atención tanto en el acto delictivo como en la integración social. En todos los casos, nuestro objetivo final es abordar las causas subyacentes del comportamiento delictivo.
En relación con el tema de los delincuentes terroristas violentos y extremistas en prisión, ¿cómo identifica y evalúa la Administración Penitenciaria Francesa el riesgo de radicalización entre los reclusos? ¿Qué estrategias y métodos emplea para evaluar el alcance y la naturaleza de la radicalización?
LR: Desde 2014-2015 hemos tenido que hacer frente a una oleada de presos terroristas islamistas violentos totalmente sin precedentes que ha planteado retos únicos. La llegada repentina de cientos de reclusos proselitistas con la intención de radicalizar a otros exigió una respuesta inmediata. Para hacer frente a esta situación, se desarrolló una estrategia paso a paso, centrada en evaluar y abordar las causas profundas de la radicalización. Se impartió una amplia formación al personal y se celebraron reuniones mensuales para identificar a los reclusos potencialmente radicalizados. Los identificados son asignados a áreas de evaluación de la radicalización, donde se llevaron a cabo evaluaciones exhaustivas en las que participaron psicólogos, psiquiatras, trabajadores sociales, funcionarios de prisiones y especialistas en el Islam. En función de los niveles de riesgo evaluados, los detenidos podían ser devueltos a la población penitenciaria ordinaria con vigilancia, ser recluidos en régimen de aislamiento para una nueva evaluación o ingresar en unidades de gestión de la radicalización con programas individualizados de desvinculación.
Nuestra investigación indica que el 80% de estos detenidos no había estado en prisión antes, lo que indica que la radicalización puede producirse en diversos entornos. Además, dentro de esta población existía una heterogeneidad significativa, lo que requería programas adaptados, especialmente si se tiene en cuenta la creciente prevalencia de afecciones psiquiátricas. También hay problemas relacionados con la falta de integración en la sociedad, lo que significa que las personas pueden desarrollar un sentimiento de malestar, a veces de odio, y un deseo de venganza.
Aunque el número total de presos islamistas se ha reducido a 380, cien son mujeres.
En particular, se ha producido una oleada de repatriaciones de mujeres terroristas de los campos de detención de la región iraquí-siria, por lo que se han hecho ajustes para adaptarse a las necesidades específicas de las mujeres que regresan de estas zonas de guerra, que han cometido o han sido objeto de actos difíciles y abominables.
Además, con cerca de 250 terroristas ya liberados y bajo el control de los servicios de libertad condicional, se han elaborado planes de supervisión individualizados en colaboración con una ONG.
En Francia, tenemos la suerte de contar con un organismo único, el Servicio Nacional de Inteligencia Penitenciaria, que es una parte muy importante de nuestra estrategia para identificar y enfrentar la amenaza terrorista.
JT: El crimen organizado es una preocupación creciente en Europa, también en las instituciones penitenciarias.
Cómo previene y contrarresta la Administración Penitenciaria francesa la influencia y las actividades de los grupos del crimen organizado en los centros penitenciarios y qué medidas se han adoptado para reducir la corrupción, la violencia, la extorsión, el contrabando y el tráfico?
LR: Empleamos un enfoque multifacético para combatir el crimen organizado en nuestras prisiones.
En primer lugar, el Servicio Nacional de Inteligencia Penitenciaria colabora estrechamente con organismos como la Oficina Central de Lucha contra el Tráfico de Drogas y diversas fuerzas del orden dedicadas a combatir el crimen organizado. Esta colaboración nos permite utilizar técnicas de inteligencia avanzadas, incluyendo escuchas telefónicas e interceptaciones, para apuntar de manera efectiva a las redes de crimen organizado.
En segundo lugar, hemos creado una subdirección dedicada al seguimiento cercano de los reclusos más peligrosos; tenemos alrededor de 250 en esta categoría. Prestamos meticulosa atención a estos reclusos, asegurándonos de que no se adapten demasiado a su entorno o puedan corromper a los funcionarios. Como resultado, trasladamos frecuentemente a estos prisioneros a diferentes instalaciones para mitigar los riesgos, siempre respetando sus derechos. Para los prisioneros extremadamente peligrosos, tenemos unidades de aislamiento, similares a las utilizadas para los terroristas de alto riesgo. Estas unidades cuentan con equipos especialmente capacitados, garantizando una mayor seguridad y control.
Además, hemos implementado una política educativa centrada en las normas éticas y la prevención de la corrupción, especialmente para nuestros funcionarios más jóvenes y menos experimentados. Monitoreamos e identificamos continuamente cualquier comportamiento inapropiado y no dudamos en tomar medidas legales y disciplinarias si son necesarias. Estos casos se remiten rápidamente a la oficina del fiscal público para enjuiciamiento penal.
Por último, estamos adoptando activamente nuevas tecnologías para mejorar la seguridad de los perímetros de las prisiones. Hemos observado un aumento en el uso de drones para entregas ilegales y la introducción de teléfonos móviles en las prisiones. Para combatir esto, hemos equipado alrededor de cincuenta centros con dispositivos anti drones y estamos expandiendo esta iniciativa. En los centros de máxima seguridad, incluso hemos instalado teléfonos fijos en cada celda, lo que permite a los prisioneros comunicarse con sus familiares y amigos mientras se evita el uso de teléfonos ilícitos. En establecimientos altamente sensibles, utilizamos inhibidores de señal.
Laurent Ridel
Director de la Administración Penitenciaria, Francia
Laurent Ridel es Director de la Administración Penitenciaria francesa desde 2021. Licenciado en Derecho Público, ha ocupado diversos cargos como director de establecimientos penitenciarios y director interregional de servicios penitenciarios. Laurent Ridel ha recibido varias distinciones a lo largo de su carrera por su dedicación al trabajo, entre ellas la de Oficial de la Orden Nacional de la Legión de Honor, Caballero de la Orden Nacional del Mérito y Medalla de Honor de la Administración Penitenciaria.