Inteligencia penitenciaria: prevención y lucha contra el extremismo y el crimen organizado

Artículo

Pedro das Neves

El Crimen organizado, grupos o bandas carcelarias, corrupción, tráfico de drogas y armas u otros bienes ilícitos, radicalización y extremismo violento son palabras que describen algunas de las amenazas que pueden socavar la seguridad del sistema penitenciario poniendo en riesgo a su personal, a los reclusos y a la sociedad.

Los sistemas penitenciarios se encuentran con una población carcelaria que se está volviendo cada vez más diversa y difícil de manejar. Los grupos que amenazan la seguridad, incluidos los grupos criminales extranjeros o nacionales, las bandas, así como organizaciones extremistas, terroristas, y supremacistas, demuestran especial preocupación en informes de seguridad.

En muchos países, las bandas o pandillas penitenciarias contemporáneas presentan nuevos retos. Han evolucionado de pequeños grupos a sofisticadas organizaciones criminales con capacidad para organizar delitos en el exterior que alteran radicalmente los patrones de violencia criminal y, en el extremo, convierten a los gobiernos en rehenes de una violencia y unos trastornos debilitantes y orquestados (como vemos en algunos países latinoamericanos, Oriente Medio y Norte de África, y en otras regiones del mundo).

Las administraciones penitenciarias luchan por controlar la introducción de objetos prohibidos o sustancias estupefacientes. Estos pueden entrar en una institución a través de una variedad de vías; a menudo son difíciles de detectar; alimentan la economía del mercado negro dentro de la institución; y, en última instancia, socavan la seguridad de la institución. El contrabando en los centros penitenciarios incluye artículos ilegales, como drogas y armas, o teléfonos móviles.

El personal penitenciario debe ser capaz de detectar y requisar estos artículos rápidamente para prevenir el abuso de drogas, la violencia y la comisión de más crímenes. Las drogas y las armas representan un riesgo particular en los entornos carcelarios, donde existe un alto potencial de violencia y abuso de drogas.

Más allá de la violencia asociada con el control de grupos dedicados a la introducción y tráfico de drogas, la presencia de drogas puede obstaculizar los esfuerzos de rehabilitación. Los teléfonos móviles han sido descritos como la preocupación más apremiante de muchas administraciones penitenciarias; estos dispositivos representan una amenaza significativa no sólo para la seguridad institucional, sino para la seguridad pública en general.

En algunos países, los reclusos han utilizado teléfonos móviles para planear amenazas y ataques a testigos en la comunidad, fugas, ataques contra el personal penitenciario y disturbios institucionales. En cada país, miles o decenas de miles de teléfonos móviles de contrabando son confiscados cada año. Por supuesto, esto representa sólo una fracción del número total, ya que muchos dispositivos permanecen en circulación.

Extremismo violento en las cárceles

En las últimas décadas, los delincuentes extremistas violentos (OEV) han protagonizado incidentes violentos relacionados con el yadismo y los movimientos antiinmigración (van Heelsum & Vermeulen, 2018) con el objetivo de difundir su ideología a través de la violencia y el miedo, escalando públicamente en un clima de terror.
 
La frecuencia de este tipo de actos violentos (frustrados o exitosos) ha tendido a aumentar en los últimos años, lo que ha hecho que los países tomen conciencia de la necesidad de instar al desarrollo de estrategias eficaces y actualizadas de prevención de la radicalización, en las que las prisiones tengan un “papel cada vez más destacado” (Martins & Ziegler, 2018, p. 325), especialmente porque se ha afirmado ampliamente que el reclutamiento de ideologías extremistas violentas y -en algunos casos- la planificación de atentados terroristas tuvieron su origen primario entre rejas (Agencia Central de Inteligencia, 2002; Cilluffo, Saathoff, Lane, Cardash, Magarik, et al, 2006; HM Government [HM], 2013; Neumann, 2010). Los entornos penitenciarios pueden servir de base para favorecer la radicalización, ya que no sólo conducen a la captación de reclusos por parte de individuos ya radicalizados o de OVE, sino que también, en consecuencia, funcionan como base para el fortalecimiento de grupos extremistas desde la prisión y viceversa (es decir, para obtener el apoyo de grupos extremistas fuera de la prisión) (Radicalisation Awareness Network Prison & Probation [RAN P&P], 2016a).

Los reclusos experimentan una mezcla de aislamiento social y crisis personal, dos factores importantes que contribuyen a su receptividad a los mensajes extremistas. Estos factores individuales, combinados con otros factores institucionales y sociales que caracterizan el entorno penitenciario (por ejemplo, el hacinamiento, las privaciones, la violencia, la dinámica de grupo, el deseo de protección y pertenencia), se aceptan generalmente como las raíces de la radicalización (Brandon, 2009b; Hamm, 2011; Mulcahy, Merrington y Bell, 2013; Silke y Veldhuis, 2017).

Un enfoque de vigilancia eficaz es esencial para identificar a los reclusos y las actividades que puedan suponer riesgos para la seguridad del centro penitenciario o para la sociedad.

Seguridad dinámica e inteligencia penitenciaria

La seguridad dinámica, un término introducido en el contexto penitenciario en 1985 por Ian Dunbar (Drake, 2008), mejora el control de la población reclusa y la rehabilitación fomentando la calidad de las relaciones entre los actores de la prisión (por ejemplo, el personal penitenciario y los reclusos).

Mediante el ejercicio de la seguridad dinámica, el personal prioriza la creación y el mantenimiento de una comunicación e interacción diarias con los reclusos basadas en la ética profesional, la equidad, y la firmeza.  Un aspecto clave de la seguridad dinámica debe alimentar el sistema de inteligencia de la prisión, ya que el personal penitenciario puede recabar información relevante de los reclusos durante las actividades rutinarias para luego comunicarla a los profesionales y departamentos pertinentes de la prisión.

El personal penitenciario puede recabar información permaneciendo siempre vigilante, informando de cualquier cosa fuera de lo normal y fomentando y construyendo relaciones de trabajo profesionales con los reclusos basadas específicamente en la confianza y el respeto.

El reto para las administraciones penitenciarias consiste, por tanto, en garantizar la adopción de medidas para prevenir, detectar y enfrentar a los procesos de radicalización y el extremismo violento (ONUDD, 2016), asegurándose de que se aplican los procesos y procedimientos necesarios -incluidos los mecanismos internos de inteligencia y de cooperación entre organismos- y de que el personal es cuidadosamente seleccionado, apoyado y formado.

¿Puede utilizarse la inteligencia penitenciaria para contrarrestar estas amenazas?

En resumen, una inteligencia penitenciaria eficaz i) debe ayudar a reconocer precozmente los signos de radicalización, permitiendo una intervención oportuna, ya sea a través de programas de lucha contra la radicalización, el aislamiento, la concentración o la dispersión u otras medidas apropiadas; ii) debe contribuir a desvelar las redes encubiertas, lo que conducirá al éxito de las medidas de seguridad y a la prevención de las actividades delictivas planificadas desde dentro.; iii) debe aportar ideas a la formación del personal, garantizando que éste esté bien capacitado para reconocer signos de extremismo o actividades ilícitas, asegurando una actuación y una información oportunas; iv) y debe garantizar que las amenazas identificadas dentro del sistema penitenciario puedan contextualizarse y abordarse en el esquema más amplio de la seguridad nacional e internacional.
 
Los retos son innegables. Las preocupaciones éticas sobre la privacidad de los reclusos, el potencial mal uso de la inteligencia y la estigmatización general de los individuos encarcelados son cuestiones que requieren una navegación meticulosa. Es crucial lograr un equilibrio entre las necesidades de seguridad y los derechos humanos, garantizando que los esfuerzos de inteligencia no se conviertan en herramientas de vigilancia u opresión injustificadas.

Sin embargo, hay mucho en juego. La propagación del extremismo y los tentáculos del crimen organizado, si no se controlan dentro de los sistemas penitenciarios, plantean amenazas significativas que pueden extenderse por las sociedades.

Aprovechar el poder de la inteligencia penitenciaria no es sólo una cuestión de mejorar la seguridad dentro de los muros de las prisiones; se trata de salvaguardar el tejido mismo de nuestras sociedades de las amenazas que acechan en las sombras. La necesidad de una inteligencia penitenciaria eficaz nunca ha sido tan acuciante.

¿Cómo está estructurada la función de inteligencia penitenciaria en su organización?

Estamos seguros de que es una pregunta que le quita el sueño.

Referencias

Brandon, J. (2009). Unlocking al–Qaeda: Islamist Extremism in British Prisons. London: Quilliam. Central Intelligence Agency (2002). Terrorists: Recruiting and operating behind bars.

Cilluffo, F., Saathoff, G., Lane, J., Cardash, S., Magarik, J., Whitehead, A., Raynor, J., Bogis, A., & Lohr, G. (2006). Out of the shadows: Getting ahead of prisoner radicalisation. A Special Report by the Homeland Security Policy Institute at The George Washington University and the Critical Incident Analysis Group at The University of Virginia. Washington, DC: The George Washington University Press.

Drake, D. (2008). Staff and order in prisons. In J. Bennett, B. Crewe, A. Wahidin (Eds.), Understanding prison staff (pp. 153-167). Devon: Willan Publishing.

Hamm, M. (2012). Prisoner Radicalization and Sacred Terrorism: A Life-Course Perspective. In R. Rosenfeld, K. Quinet and C. Garcia (Eds.) Contemporary Issues in Criminological Theory and Research: The Role of Social Institutions—Papers from the American Society of Criminology 2010 Conference (pp.173-204). Belmont, CA: Wadsworth.

Her Majesty’s Government (2013). Tackling extremism in the UK: Report from the Prime Minister’s Task Force on tackling radicalisation and extremism.

Martins, Bruno Oliveira & Monika Ziegler (2018) Counter-Radicalization as Counter-Terrorism: The European Union Case, in Expressions of Radicalization: Global Politics, Processes and Practices. Basingstoke: Palgrave (321–352).

Mulcahy, E., Merrington, S., & Bell, P. (2013). The radicalization of prison inmates: Exploring recruitment, religion and prisoner vulnerability. Journal of Human Security, 9, 4–14.

Neumann, P. (2010). Prisons and Terrorism: Radicalisation and Deradicalisation in 15 countries. London: International Centre for the Study of Radicalisation and Political Violence [ICSR].

Novo, J.; das Neves, Pedro (2021). Inteligencia en los sistemas penitenciarios
(identificación, prevención y gestión de amenazas). Diploma de Experto en Prevención y Gestión de la Seguridad Penitenciaria. UNED, Madrid, Spain.

Radicalisation Awareness Network, the Working Group on Prison and Probation [RAN P&P]
(2016a). Dealing with radicalisation in a prison and probation context. RAN P&P practitioners working paper.

Silke, A., & Veldhuis, T. (2017). Countering violent extremism in prisons: A review of key recent research and critical research gaps. Perspectives on Terrorism, 11(5), 2-11.

Van Heelsum, A., & Vermeulen, F. (2018). Cities’ policies: The work of European cities to counter Muslim radicalisation. Journal of International Migration and Integration, 19(1), 161-179.

United Nations Office on Drugs and Crime [UNODC] (2017). The United Nations Convention against Corruption. Handbook on Anti-Corruption Measures in Prisons. Criminal Justice Handbook Series. Vienna: United Nations.

United Nations Office on Drugs and Crime [UNODC] (2016). Preventing radicalisation to violent extremism in prison. In UNODC (Ed.), Handbook on the Management of Violent Extremist Prisoners and the Prevention of Radicalisation to Violence in Prisons (pp. 107-118). Vienna: United Nations Office Press.

United Nations Office on Drugs and Crime [UNODC] (2015). Handbook on dynamic security and prison intelligence. New York: United Nations.

United Nations Office on Drugs and Crime [UNODC] (2011). Criminal Intelligence – Manual for Analysts. New York: United Nations.

Pedro das Neves tiene experiencia en varios países de Europa, Asia Central, Oriente Medio y América Latina en la prevención y la lucha contra la delincuencia organizada y el extremismo. Pedro es director general de IPS Innovative Prison Systems e ICJS Innovative Criminal Justice Solutions Inc, miembro de la junta directiva de la Asociación Internacional de Correccionales y Prisiones (ICPA) y editor de la Revista JUSTICE TRENDS. Pedro es profesor de Inteligencia en Sistemas Penitenciarios (identificación, prevención y gestión de amenazas) en el Programa de Máster de Prevención y Gestión de la Seguridad Penitenciaria de la Universidad UNED, un programa conjunto de la UNED y la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias de España. 

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