Prevención de la radicalización mediante una evaluación y un apoyo apropiados durante la reinserción

Artículo

Margarida Damas & Sara Afonso

Radicalización y dificultades de adaptación tras la encarcelación

Las sociedades contemporáneas presentan una tendencia a evitar la delincuencia mediante el encarcelamiento. Sin embargo, está ampliamente demostrado que la prisión sólo ofrece una solución limitada para los problemas delictivos, teniendo en cuenta que, en realidad, todos los individuos privados de libertad, excepto un reducido porcentaje, regresarán a sus comunidades (Cherney, 2021). En consecuencia, al considerar el impacto y la intervención del sistema de justicia penal, debe tenerse en cuenta la transición de la prisión a la comunidad (Decker & Pyrooz, 2020). 

Esta transición presenta diversos retos y obstáculos para la persona ex reclusa, quien debe afrontar y adaptarse a un mundo y una identidad distintos para superar las dificultades de reinserción (Damas, 2021). Estos retos están íntimamente condicionados por la experiencia penitenciaria y su potencial acumulación de agravios y conocimientos delictivos, además de la presencia de un impacto estigmatizador que tienen los antecedentes penales, lo que puede obstaculizar las vías de reinserción positivas y prosociales.
 
De hecho, a menudo llamadas “escuelas del delito”, las prisiones son lugares donde se agravan aún más las vulnerabilidades, frustraciones y agravios. Este escenario, combinado con el aislamiento social forzado, la consiguiente sensación de crisis personal y el contacto con redes delictivas, puede incrementar la susceptibilidad a las opiniones y mensajes extremistas, independientemente de la naturaleza de la condena penal previa (Neumann, 2010). Se ha demostrado de esta manera en los últimos años, ya que algunos de los atentados terroristas más recientes en el continente europeo han sido cometidos por individuos que han salido recientemente de prisión (EUROPOL, 2021). El tiroteo de Viena en 2020, el apuñalamiento del Puente de Londres en 2019 y los atentados de Charlie Hebdo en 2015 son algunos ejemplos de estos acontecimientos, dado que todos ellos fueron perpetrados por individuos que se habían radicalizado o radicalizado aún más durante su estancia en prisión, preparándose e involucrándose en actos de violencia extremista poco después de su puesta en libertad.
 

Además, esta transición es difícil para el entorno receptor, que engloba a la familia del individuo y a la comunidad en general. Esta reintegración requiere un esfuerzo bidireccional destinado para garantizar resultados constructivos y beneficiosos. En consecuencia, el proceso de reintegración requiere una reintroducción integrada y completa en la comunidad, que debe brindar oportunidades para que la persona previamente detenida elija vivir una vida respetuosa de la ley y funcionar de manera productiva en la sociedad (Morton & Silber, 2018).

Por lo tanto, la transición prisión-salida es importante incorporar un proceso de reingreso seguido, idealmente, de un reasentamiento estable, que debería conducir a una reintegración estable (Walkenhorst, Baaken, Ruf, Leaman, y Korn, 2018).

Por lo tanto, al considerar las posibilidades de radicalización y compromiso con el extremismo en un entorno después de la puesta en libertad, podemos encontrar diferentes posibilidades, ya que la volatilidad, los desafíos y las vulnerabilidades que se presentan en la transición prisión-salida pueden aumentar la adhesión a ideologías radicales o extremistas, especialmente si se basan en problemas sociopolíticos previos agravados dentro de los muros de la prisión. No obstante, el proceso de reasentamiento, si es positivo y constructivo, también puede establecer las condiciones para reducir la disposición a adherirse a soluciones radicales o extremistas, especialmente cuando se combina con esfuerzos de rehabilitación y reintegración adaptados e integrales. En consecuencia, la probabilidad de adherirse a ideologías radicales o extremistas, cuando se enmarca como un desafío de reingreso, requiere un respaldo cercano y fundamentado, que debe establecer un continuo, comenzando entre muros y extendiéndose a los entornos comunitarios (Walkenhorst et al., 2018). 

Sin embargo, para ello, es imperativo que se tenga una comprensión clara del potencial de continuidad o cambio y sus posibles implicaciones para el camino de la reinserción. Por consiguiente, se requiere una comprensión sólida del individuo en transición y su contexto social (Decker & Pyrooz, 2020). Para ayudar en esta labor, hay que tener herramientas adecuadas para determinar si un individuo está dispuesto a adherirse y/o comprometerse con el pensamiento radical y las actitudes extremistas, permitiendo ajustar y adaptar el apoyo postratamiento proporcionado (Clemmow, Schumann, Slaman & Gill, 2020).

 

La necesidad de evaluar e intervenir: ¿Cómo apoyar y provocar el cambio?

Para adaptar las intervenciones de manera más eficiente, se necesitan evaluaciones claras y exhaustivas. En realidad, y de forma similar a otros fenómenos desviados, la propensión a adherirse a patrones de pensamiento radicales y acciones extremistas puede y debe ser evaluada exhaustivamente como parte integrante de un enfoque preventivo más amplio, posibilitando así adaptar los esfuerzos de apoyo (Sarma, 2017). Al considerar el entorno posterior a la liberación (específicamente, los entornos no privativos de libertad y comunitarios), se presenta un escenario complejo, ya que la evaluación debe llevarse a cabo con individuos que ya han cumplido sus condenas, así como con potencialmente su participación formal en el sistema de justicia penal. Para mitigar la exclusión socioinstitucional ya sentida, es primordial asegurarse de que los esfuerzos de seguimiento se basen en enfoques no estigmatizadores, evitando actitudes positivistas y de elaboración de perfiles (Sian, 2017), cimentando así relaciones de confianza con las personas recién puestas en libertad.
 
Como resultado, se requiere una capa adicional de atención y cuidado, evitando interpretaciones lineales y superficiales de las posibles “señales de alarma”, especialmente las de carácter observacional, que pueden sustituirse al estigma individualizado, basándose en la etiqueta de “ex convicto” y traslandándola al nivel comunitario, con el objetivo de crear comunidades sospechosas (Vermeulen, 2014). En efecto, tal como señalaron Weert y Eijkam (2019), para evaluar correctamente el potencial de radicalización y extremismo en contextos posteriores a la puesta en libertad, es imperativo que se tenga una comprensión minuciosa del individuo evaluado, lo que implica ir más allá de la simple comprobación de “banderas rojas” y factores de riesgo, ya que estos deben ser cuidadosamente interpretados y contextualizados, de forma exhaustiva e individualizada (2019), teniendo efectos individuales positivos, salvaguardando del prejuicio, la discriminación, el estigma y, en consecuencia, la exclusión. Para ello, se requiere aceptación, transparencia y legitimidad, lo que exige la deconstrucción de los procedimientos de evaluación de riesgos fuertemente centrados y de las perspectivas securitizadas.
 
Por lo tanto, resulta imperativo llevar a cabo un trabajo más extenso, que vaya más allá de los posibles signos observables de riesgo de radicalización, con el propósito de comprender al individuo en transición y su configuración, percepción y afrontamiento de la trayectoria de reasentamiento. Por lo tanto, los procedimientos de evaluación deben adoptar un enfoque individualizado, en el que se enmarque al individuo de manera holística y, lo que es más relevante, se le respeta como miembro libre y responsable de la comunidad.
 
En consecuencia, la atención debe desplazarse de la evaluación del riesgo de extremismo violento a la comprensión de la propensión a la adopción de ideas radicales y comportamientos extremistas. Al emplear la noción de vulnerabilidad en lugar de la de riesgo, la atención se enfoca en un proceso abierto y fluido entre el individuo recién liberado y su entorno, con diversas posibilidades, sin embargo, ningún resultado seguro. En este sentido, en el que el potencial de adherirse al pensamiento radical y participar en actividades extremistas debe ser considerado una vulnerabilidad de reingreso. Al hacerlo, se excluye cualquier noción de predisposición rígida o innata, lo que a menudo reduce las percepciones negativas asociadas a la noción de riesgo.

Qué y cómo evaluar

Como se ha mencionado anteriormente, al considerar el potencial de adherirse a ideas radicales y participar en actividades extremas en el entorno posterior a la liberación como una vulnerabilidad fluida y compleja, la evaluación debe extenderse más allá del individuo, ya que el entorno receptor también debe ser considerado (Soufan & Schoenfeld, 2016; Hafez & Mullins, 2015; Vermeulen, 2014). En consecuencia, una evaluación exhaustiva requiere el análisis de diferentes dimensiones y momentos temporales, a fin de comprender holísticamente al individuo como un ser social con complejas realidades personales, sociales, simbólicas, institucionales y ambientales. Por lo tanto, al examinar la vulnerabilidad a la radicalización y el extremismo en el contexto posterior a la puesta en libertad, es necesario tenerse en cuenta los factores individuales, sociales y medioambientales/comunitarios, que deben ser vinculados com los retos más generales de la reintegración (Reiter et al., 2021).  
 
En cuanto a un fondo tan complejo, es necesario atenerse más, ya que todos los esfuerzos de evaluación deben estar diseñados para evitar despojar al individuo de su sentido de autonomía, libertad y agencia, dejándolo con un sentimiento de impotencia y desaliento. Esto implica que el individuo en situación de vulnerabilidad debe ser incorporado continuamente en el proceso de evaluación, ayudándole a fin de lograr sentirse escuchado y validado y, en última instancia, mejorando su agencia y reforzando su compromiso voluntario para garantizar una vía de reintegración beneficiosa (Cherney, 2021). Si se sigue este enfoque integral, se evitan la estigmatización y la categorización socioestructural, lo que, por un lado, hace que el evaluador movilice la discreción profesional y, por otro, reconoce que las personas ex detenidas son seres sociales complejos que no pueden reducirse a evaluaciones y puntuaciones lineales (EPEX, s.f.).
 
De hecho, las preocupaciones simbólicas deben ser centradas en el centro de la evaluación (Hanson, 2009), ya que el lenguaje utilizado para comunicar una posible propensión a adherirse a ideas radicales y comportamientos extremistas puede tener una clara repercusión en los resultados de la intervención y la reintegración. La práctica común de clasificar el riesgo como bajo, moderado o alto, sin proporcionar una orientación clara y específica sobre cómo mitigarlo, puede, por el contrario, dificultar los esfuerzos de intervención (Hanson, 2009).
 
Por consiguiente, cuando se trabaja en un entorno posterior a la puesta en libertad, en el que la atención debe centrarse en fomentar la reintegración y gestionar cualquier dificultad que surja, los procedimientos de evaluación deben aportar e inspirar las medidas de apoyo de seguimiento, promoviendo, de esta forma, una intervención adaptada. Por lo tanto, en lugar de fundamentarse en una puntuación global y un resultado centrado en el riesgo, es importante identificar y señalar las dimensiones específicas que requieren intervención mediante la evaluación de su relevancia para el plan de gestión del caso del individuo, personalizando el apoyo prestado a sus necesidades únicas. 

La iniciativa R2COM: Deconstruir el riesgo con herramientas y conocimientos fundamentados

Teniendo en cuenta estos antecedentes, se elaboró el proyecto R2COM (Prevención de la radicalización y el extremismo violento en la Comunidad), el cual actualmente se está llevando a cabo con el apoyo del programa Erasmus+ de la Unión Europea.

En vista de la necesidad de comprender de manera detallada las vulnerabilidades a la radicalización durante la transición prisión-salida como elemento fundamental para orientar los esfuerzos de intervención y reintegración a medida, el proyecto R2COM está implementando ahora una herramienta de evaluación de vulnerabilidades y potencialidades, utilizando las Directrices de Observación del Comportamiento en Primera Línea (FBOG) como punto de partida. La nueva herramienta, TV-RAT (Transitioning Vulnerabilities to Radicalisation Assessment Tool) responde a las necesidades de la sociedad civil, dotando a sus profesionales de una herramienta adaptada y adecuada, que analiza los diferentes niveles de vulnerabilidad a la radicalización, así como las áreas de intervención, lo que requiere un proceso de evaluación individualizado y no estigmatizante, en el que el individuo en transición es fundamental para su éxito.

De ahí que el proyecto R2COM persigue fomentar y mejorar la participación de las organizaciones no gubernamentales en la P/CVE, sobre todo en el seguimiento y la asistencia posterior a las personas recién liberadas. La iniciativa perseguirá este objetivo mejorando las competencias de los profesionales de las ONG en este ámbito con programas y materiales de formación sostenibles, elaborados a medida y orientados a las necesidades.

 

Referencias

Clemmow, C., Schumann, S., Salman, N. & Gill, P. (2020). The base rate study: Developing base rate for risk factors and indicators for engagement in violent extremism. Journal of Forensic Sciences, 65(3), 865-881.

Cherney, A. (2021). The release and community supervision of radicalised offender: Issues and challenges that can influence reintegration. Terrorism and Political Violence, 33(1), 119-137.

Damas, M. (2021). Desafios da vida pós prisão: O estigma prisional e a readaptação à vida extra muros. [Master Dissertation] ISCTE-IUL, Lisbon.

Decker, S. & Pyrooz, D. (2020). The imprisonment-extremism nexus: Continuity and change in activism and radicalism intervention in a longitudinal study of prisoner reentry. PloS ONE, 15 (11), 1-21.

EUROPOL. (2021). European Union Terrorism Situation and Trend report 2020 (TE-SAT). EUROPOL.

EPEX (European Practice Exchange). (n.d.). The art of seeing promise over risk. The RecoRa Institute, Violence Prevention Network.

Hafez, M. & Mullins, C. (2015). The radicalisation puzzle: A theoretical synthesis of empirical approaches to homegrown extremism. Studies in Conflicts & Terrorism, 38(11), 958-975.

Hanson, R. (2009). The psychological assessment of risk for crime and violence. Canadian Psychology, 50(3), 172-182.

Morton, J. & Silber, M. (2018). When terrorists come home: The need for rehabilitating and reintegrating America’s convicted jihadists. Counter Extremism Project.

Neumann, P.(2010). Prisons and terrorism: Radicalisation and de-radicalisation in 15 countries. The International Centre for the Study of Radicalisation and Political Violence.

Reiter, J., Dooseje, B & Feddes, A. (2021). Radicalization and deradicalization: a qualitative analysis of parallels in relevant risk factors and trigger factors. Peace and Conflict: Journal of Peace Psychology, 27(2), 268–283.

Sarma, K. (2017). Risk assessment and the prevention of radicalization from nonviolence into terrorism. American Psychologist, 72(3), 278–288.

Sian, K. (2017). Born radicals? Prevent, positivism, and race-thinking. Palgrave Common, 3(6), 1-8.

Soufan, A. & Schoenfeld, D. (2016). Regional hotbeds as drivers of radicalization. In A. Varvelli, Jihadist hotbeds: Understanding local radicalization processes, 15-38, ISPI: Milano.

Vermeulen, F. (2014). Suspect communities, targetting violent extremism at the local level: Policies of engagement in Amsterdam, Berlin and London. Terrorism and Political Violence, 26(2), 286-306 5.

Walkenhortst, D., Baaken, D., Ruf, T., Leaman, M. & Korn, J. (2018). Rehabilitation Manual: Rehabilitation of radicalised and terrorist offenders for first-line practitioners. Radicalisation Awareness Network.

Weert, A. & Eijkman, Q. (2019). Subjectivity in detection of radicalisation and violent extremism: A youth worker’s perspective. Behavioural Sciences of Terrorism and Political Agression, 11(3), 191-214;

Margarida Damas

Margarida Damas se unió a IPS_Innovative Prison Systems como consultora e investigadora en 2021, siendo asignada a la Cartera de Radicalización, Extremismo Violento y Crimen Organizado, donde trabaja en varios proyectos, fundamentalmente centrados en la promoción de la integración comunitaria y el desarrollo social. Margarida es licenciada en Criminología por la Universidad de Oporto y también posee un Máster en Sociología, especializado en Derechos Humanos por la Universidad ISCTE, tiene un interés especial en la investigación sobre la adaptación post-prisión y la integración social de los grupos socialmente excluidos.

Sara Afonso

Sara Afonso es Jefa del Directorio para la Inclusión Comunitaria y el Desarrollo Social en IPS_Innovative Prison Systems, donde trabaja en proyectos centrados en la comunidad para la prevención de la radicalización, el extremismo y fenómenos adyacentes. Sara es licenciada en Criminología por la Universidad de Oporto, y tiene un máster en Terrorismo, Delincuencia Internacional y Seguridad Global por la Universidad de Coventry. Además, se enfoca en los temas de desvinculación y desradicalización, así como a la reintegración en la comunidad de antiguos individuos extremistas o terroristas.

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