JT: ¿Cuáles son los principales retos a los que los países miembros de Latinoamérica y el Caribe se enfrentan en cuanto a sus sistemas penitenciarios?
ABM: En aras de identificar las causas de la problemática penitenciaria y de promover líneas de reforma, conviene hacer referencia al estudio realizó el PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo), en 2012, sobre la situación de la seguridad ciudadana en América Latina: los tres elementos propulsores de la delincuencia en la región giraban en torno al fácil acceso a las armas de fuego, al consumo problemático del licor y de drogas y estupefacientes.
Algunas regiones, además de los problemas de la institucionalidad penitenciaria – como la lucha contra la corrupción, la falta de implementación de protocolos de seguridad e inadecuada infraestructura penitenciaria – se enfrentan a flagelos complejos que hacen aún más cuesta arriba la reforma integral de los sistemas penitenciarios como es el fenómeno de las pandillas. América Latina ha venido batallando contra el problema mundial de las drogas. Hay que recordar que, en 2012, la Organización de los Estados Americanos entra a debatir abiertamente sobre este asunto y se elabora un estudio que resultó en la afirmación de que aquellas regiones de tránsito o tráfico ilegal de drogas (narcotráfico) son las más golpeadas por la violencia.
JT: ¿Cómo es que la COMJIB está apoyando los esfuerzos de modernización y reforma de los sistemas correccionales de los países de Latinoamérica y el Caribe?
ABM: Debemos reflexionar sobre los factores a los que debe atender la política de seguridad y justicia a nivel regional. No obstante el escenario adverso y complejo, venimos propiciando encuentros de expertos y de encargados en materia de reforma penitenciaria y han podido transferirse conocimientos y buenas prácticas.
Algunos países han avanzado en la mejora del diseño de cárceles más modernas y con adecuados modelos de gestión penitenciaria como República Dominicana y Ecuador. A su vez, Chile, Colombia, Argentina y Perú han avanzado en la implementación de vigilancia mediante dispositivos electrónicos encontrando como desafíos no sólo la compleja implementación sino también la falta de uniformidad en el precio de esas tecnologías. En términos generales diríamos que España, Portugal y Uruguay tienen un control bastante global de sus sistemas penitenciarios a los que se empiezan ya a sumar suramericanos que pujan por hacerse un espacio en la calidad total.
En nuestra Asamblea Plenaria de abril de 2017, los Ministros han querido llegar a un nivel de mayor detalle e implicación de sus despachos y crearon el Comité de Reforma de los Sistemas Penitenciarios cuya primera reunión es a principios de 2018; se discutirán, con más propiedad, los retos y desafíos alrededor de la estandarización y armonización de insumos para la mejora de los sistemas penitenciarios, lo que abrirá un diálogo más moderno y claro que seguramente va a beneficiar la región.