// Entrevista: Sebastian Schulenberg
Director general de Prisiones y Libertad Condicional, Senado para la Justicia y Asuntos Constitucionales de Bremen, Alemania
JT: ¿Podría ofrecernos un resumen del panorama penitenciario de Bremen y hablarnos de los principales ejes en los que interviene el Senado para la Justicia y Asuntos Constitucionales?
SS: El sistema penitenciario de Bremen está organizado para cumplir dos objetivos centrales: el primero es facilitar a los delincuentes llevar una vida sin cometer delitos y socialmente responsable, el segundo es proteger a la sociedad de nuevos actos delictivos. Para lograrlo, dependemos en gran medida de las multas y las sentencias de servicio comunitario en lugar de las condenas de prisión.
Bremen tiene una tasa de población carcelaria de 91, relativamente más baja que la de otros miembros de la Unión Europea. Sin embargo, todavía hay margen para la mejora, si nos comparamos con otros Estados federales alemanes.
Creemos que nuestra política penitenciaria es progresista. Durante décadas hemos puesto en práctica una política centrada en un régimen carcelario abierto con objeto de lograr la resocialización, al tiempo que hemos asumido la responsabilidad y el cuidado de las necesidades de cada recluso.
Consideramos a los presos como nuestros conciudadanos y nuestros futuros vecinos, por lo que todo gira en torno al trato respetuoso. Al mismo tiempo, incitamos a los prisioneros a desarrollarse como individuos. No solo es cuestión de tenerlos encerrados, ofrecer programas terapéuticos de superación para los delincuentes y trabajar con ellos es esencial para nuestro régimen carcelario. En Bremen tenemos un eslogan: «El primer día en prisión es el primer día de preparación para tu vida tras salir».
Aunque Bremen es el Estado federal alemán más pequeño, gestionamos dos prisiones (una en la ciudad de Bremen y otra en Bremerhaven), y supervisamos todo tipo de regímenes penitenciarios y sentencias de privación de libertad. Además, el Senado para la Justicia y Asuntos Constitucionales es responsable de las decisiones financieras relativas a las medidas disciplinarias, la estrategia general del sistema penitenciario y las sentencias no privativas de libertad.
JT: ¿En qué medida cree usted que el pequeño tamaño de la población carcelaria facilita el trabajo? ¿Cree que plantea menos retos en términos de gestión e innovación penitenciaria?
SS: Aunque tenemos una población carcelaria relativamente pequeña, debemos tomar decisiones burocráticas rápidas. Estamos familiarizados con los problemas in situ, por lo que la información se transmite rápidamente a la práctica de aplicación de la ley, lo que nos hace muy flexibles.
Por otro lado, el hecho de tener una población carcelaria de 650 personas (con un máximo de 717 plazas) amplía nuestras capacidades. Por poner un ejemplo: tenemos que establecer un régimen para las mujeres reclusas, aunque solo alojamos a unas 20.
Como director general, también soy responsable del bienestar de mi personal, por lo que recibiría con los brazos abiertos una situación en la que solo hubiese 500 reclusos. Necesitamos personal altamente especializado para unidades relativamente pequeñas de reclusos, lo cual es un reto en sí mismo, pero esto también comporta enriquecimiento y satisfacción laboral porque nuestro personal tiene la oportunidad de trabajar en diferentes regímenes penitenciarios.
En cuanto a la innovación y la gestión del cambio, me gustaría mencionar las palabras de un compañero de Irlanda durante una reciente conferencia en Berlín. Dijo que podía apreciar el carácter hanseático de Bremen, lo cual me pareció muy bonito porque es exactamente lo que somos.
Pensar más allá de lo obvio, buscar asociaciones con nuestros vecinos, compartir nuestras mejores prácticas, intercambiar ideas y aprender unos de otros está en nuestro ADN. En Bremen permitimos el ensayo y el error, involucramos a nuestro personal en la gestión del cambio y considero que tenemos una base sólida si confiamos en la experiencia institucional e individual.
Por ejemplo, hace poco hemos terminado el proyecto «Prisión 2020», en el que hemos involucrado a nuestro personal penitenciario de todos los niveles jerárquicos. En una institución más grande, con muchas unidades administrativas, esto no habría sido posible.
JT: ¿Puede mencionar algunos de los principales desafíos a los que se enfrenta el sistema penitenciario en la actualidad?
SS: El aumento del número de refugiados en Alemania, que atrajo a muchos delincuentes juveniles de países del norte de África, hace cuatro años, supuso para nosotros una situación desconocida y difícil. Además, la radicalización y los delincuentes extremistas son un problema hoy en día.
El hecho de que el 40% de los prisioneros procedan del extranjero es otro de los retos que se nos plantean. Nuestro personal penitenciario se enfrenta a una población carcelaria que habla varios idiomas, por lo que el primer obstáculo es la comunicación.
Con esto no me refiero solo a las palabras y el vocabulario, sino también a la comunicación no verbal, que difiere entre distintas culturas. Por lo tanto, es posible que nuestro concepto de resocialización no se ajuste plenamente a los reclusos de culturas no europeas, debido a las diferentes experiencias personales y sociales y a los diferentes significados culturales.
Un ejemplo es que en nuestro sistema penitenciario cada recluso tiene su propia habitación, lo que yo, como europeo, encontraría reconfortante. En cambio, otras personas, especialmente los delincuentes juveniles del norte de África, suelen percibir el quedarse solos en su habitación como una forma de aislamiento y castigo.
Sin embargo, mantener una relación cercana con el personal ayuda mucho a ser consciente de los problemas y a enfrentarse a todo tipo de retos. Ser el director general y reunirme con el personal penitenciario con bastante frecuencia – no estoy fuera de su alcance en un Ministerio, sino a diez minutos en tren – me permite saber cuál es el estado de ánimo general, cómo se siente cada uno con respecto a los cambios, su opinión sobre los proyectos, así como sus problemas de salud y su nivel de satisfacción.
Por lo tanto, no solo realizamos un trabajo teórico aquí en el Ministerio: conozco a la mayoría del personal, ellos me conocen a mí, y el contacto frecuente con ellos hace las cosas más fáciles.
Para abordar el problema de la radicalización en las cárceles se necesita personal bien formado, un enfoque terapéutico bien diseñado que incluya programas especiales y, por supuesto, consideraciones de seguridad.
JT: La radicalización violenta y el extremismo son un problema no solo en Alemania, sino en todo el mundo. En Alemania, el Senado para la Justicia y Asuntos Constitucionales de Bremen dirige el debate sobre la actuación y la prevención de la radicalización, con una perspectiva europea. ¿Cómo ve usted este problema y cuál es el enfoque del Senado de Bremen para la prevención de la radicalización?
SS: Históricamente, el enfoque al trabajar con extremistas violentos y su desvinculación con la violencia ha sido ejercido principalmente a través de la fuerza física y el encarcelamiento. Más recientemente, creo que nos hemos dado cuenta de que no podemos resolver el problema solamente por esos medios.
Para realizar un trabajo efectivo, necesitamos mantener buenos estándares a un alto nivel, y debemos especializarnos en el tratamiento de los reclusos radicalizados. Creo que para abordar el problema de la radicalización en las cárceles se necesita personal bien formado, un enfoque terapéutico bien diseñado que incluya programas especiales y, por supuesto, consideraciones de seguridad. Un aspecto que a menudo se olvida es la necesidad de disponer de los suficientes recursos humanos y financieros. Por último, es necesario que exista un marco jurídico bien adaptado.
En Bremen, promovemos la formación judicial sobre la radicalización en las cárceles y, al mismo tiempo, fomentamos una cultura jurídica y judicial. Hemos organizado seminarios orientados a la práctica para nuestro personal, y hemos diseñado un plan de estudios para llevar a cabo seminarios con el objetivo de formar a nuestros funcionarios de prisiones.
Asimismo, sobre este tema, estamos especialmente interesados en los intercambios multilaterales, incluso entre profesionales de la justicia y multiplicadores que han introducido nuevos contenidos y métodos en nuestra estructura de formación ya existente.
Creo que, en una Europa unificada, no deberíamos repetir los errores de los que otros aprendieron hace mucho tiempo. Así que, para nosotros, ese intercambio es muy importante. Hemos intercambiado pareceres con países como Grecia, Francia, Países Bajos, Portugal, Rumanía y España. Además, somos muy activos dentro de la RAN – Red para la Sensibilización frente a la Radicalización, de la Unión Europea.
Un aspecto importante es la reforma de nuestro marco jurídico para facilitar acuerdos de cooperación sólidos y eficaces con muchos socios, incluidas otras instituciones gubernamentales y autoridades de seguridad, al tiempo que encontramos un equilibrio adecuado entre los derechos fundamentales y las leyes de protección de datos.
JT: ¿Cuál es el papel de la inteligencia correccional, si existe, para contrarrestar la radicalización en las cárceles?
SS: En Alemania, y en Bremen, no tenemos un sistema de inteligencia penitenciaria propiamente dicho, sino un enfoque que se basa en la seguridad dinámica. Esto significa que formamos a nuestro personal y lo animamos a desarrollar buenas relaciones personales con los presos, para que los conozcan y los entiendan como individuos.
Existe un enfoque de tutoría, en el que se nombra a varios delincuentes para un funcionario penitenciario que participa en decisiones cruciales, incluida la libertad condicional.
Con este enfoque, tanto el personal penitenciario general como los mentores obtienen información, algo crucial para el proceso de resocialización y para la seguridad. Cada vez que llega información delicada a oídos de esos mentores, son ellos los que la transmiten a otras autoridades de seguridad asociadas. Creemos que este enfoque cumple su cometido de recabar la mayor parte de la información, en lugar de depender de un servicio de inteligencia abstracto.
En un Estado federal como Alemania se debe evitar la pérdida de información, ya que implica un sistema de varios niveles. Por lo tanto, lo que necesitamos es, en primer lugar, un marco jurídico que garantice la cooperación interinstitucional y, a partir de ahí, es necesario que se consoliden los acuerdos de cooperación. Debe ser parte de una rutina diaria y requiere personal bien formado para dar pie al surgimiento de leyes y de dichos acuerdos. Además, es fundamental que la relevancia de la información, quiénes participan y en qué forma, así como los límites definidos por el marco jurídico, queden muy claros.
En Bremen ya hemos institucionalizado este tipo de cooperación entre las agencias de seguridad y el sistema penitenciario. KODEX es un centro de competencia en el que participan el Ministerio del Interior y el Departamento de Justicia, Educación y Asuntos Sociales, todos bajo un mismo techo.
JT: El Senado para Justicia y Asuntos Constitucionales dirige o forma parte de varios proyectos e iniciativas transnacionales.
¿Cuáles son los principales proyectos en curso y en qué medida es importante la cooperación internacional para el Senado de Justicia y Asuntos Constitucionales, especialmente para su departamento?
SS: La cooperación internacional es absolutamente crucial, diría que es uno de los puntos centrales de nuestras políticas penitenciarias.
Una de las iniciativas clave es nuestro proyecto «Contrarresto y prevención del extremismo violento», que se centra en el contexto penitenciario y que está financiado por la UE.
Por otro lado, tenemos en marcha un proyecto, con nuestros socios en Europa, sobre cómo movilizar a la sociedad para favorecer la reinserción de los exdelincuentes. Esto es importante para garantizar una buena transición de los delincuentes después de su puesta en libertad.
Además, estamos trabajando junto a otras instituciones en el cuidado de la salud mental, un gran problema en el entorno de la custodia en el que creemos que existe mucho margen de mejora. El abuso de drogas, incluida la medicación, y sus efectos en la salud mental de los reclusos es un reto al que nos enfrentamos en toda Europa.
El desarrollo del personal es también un área en la que las sinergias con las contrapartes internacionales son importantes. Algunos ejemplos que lo ilustran: nuestro personal penitenciario y de libertad condicional participó en una formación conjunta con compañeros griegos y representantes del CEP en Grecia, visitaron instituciones en Austria y los Países Bajos, algunos visitaron el servicio penitenciario y de libertad condicional sueco para realizar una especie de prácticas, hemos tenido instructores de los Países Bajos en Bremen, hemos recibido visitas frecuentes del Reino Hachemita de Jordania y hemos realizado intercambios con trabajadores de otros países, por ejemplo de Serbia y Armenia.
Agradecemos el apoyo y la cooperación de la Unión Europea y del Consejo de Europa, así como la cooperación con nuestros socios internacionales, de entre los cuales me gustaría mencionar a IPS Innovative Prison Systems, de Portugal, uno de nuestros socios clave.
No tenemos un sistema de inteligencia penitenciaria propiamente dicho, sino un enfoque que se basa en la seguridad dinámica.
JT: La tecnología y la modernización tecnológica tienden a desempeñar un papel clave en los sistemas de justicia/servicios correccionales de hoy en día. Nos imaginamos que su jurisdicción no es ajena a esto.
¿Qué papel desempeña el Senado para la Justicia y Asuntos Constitucionales de Bremen en este asunto?
SS: Nuestra ley penitenciaria tiene un mensaje claro y contundente: la vida en prisión debe estar lo más cerca posible de la vida en el exterior. Así que, si hay tecnología fuera de la prisión, por lo general también habrá presencia dentro de ella, de un modo u otro.
Hace veinte años era impensable que los presos tuvieran un televisor en sus habitaciones. Hoy en día en Bremen todos los presos tienen acceso a tres canales básicos para poder ver los deportes y las noticias, lo que les permite seguir siendo parte de la sociedad en cierto grado.
En cuanto a los teléfonos, todos los presos pueden hacer llamadas telefónicas a través de líneas seguras, aunque a aquellos en detención preventiva solo se les permite llamar a ciertas personas después de un control de seguridad. Esto les permite mantenerse en contacto con sus familias, lo cual creemos que es importante.
El último desarrollo tecnológico que estamos pensando implementar es el de las tabletas. Estamos investigando cómo podemos hacer uso de ellas en las cárceles para las rutinas diarias, organizar el horario de los presos y darles acceso a ciertos sitios web previamente comprobados, por ejemplo.
La tecnología también juega un papel clave en términos de seguridad. Algunas de las tecnologías que tenemos en funcionamiento incluyen sistemas antidrones y sistemas de videovisitas. También usamos Skype. Al tener un porcentaje significativo de población carcelaria de origen extranjero, estas tecnologías de comunicación les permiten mantenerse en contacto con sus familias en el extranjero. Por supuesto, también contamos con el monitoreo electrónico.
Necesitamos proporcionar tanto los recursos financieros como las instalaciones para que los presos puedan utilizar las tecnologías. Estamos tratando de modificar la ley para que se adapte a las necesidades actuales en relación con el cambio tecnológico.
Las políticas penitenciarias deben consagrar el principio de la normalidad: la vida en prisión debe parecerse a la vida fuera de ella, y eso es responsabilidad del Senado de Justicia y Asuntos Constitucionales. Consideramos a los prisioneros como conciudadanos, no como un objeto de la seguridad del Estado. Tienen sus derechos individuales y tenemos que ayudarles a encontrar el camino de vuelta a la sociedad.
//
El Dr. Schulenberg es director general de Prisiones, Libertad Condicional y Alternativas al Encarcelamiento en el Senado de Justicia y Asuntos Constitucionales de la Ciudad Libre Hanseática de Bremen, Alemania, desde 2016. Durante los últimos siete años ha sido profesor de Derecho Europeo y Derecho de la Responsabilidad Civil del Estado en la Universidad de Bremen. En su currículum figuran tres años ejerciendo de juez y tres años de investigación en Derecho. Es licenciado en Derecho, tiene un máster en la Universidad de Cambridge (Reino Unido) y un doctorado de la Facultad de Derecho de Bucerius en Hamburgo, Alemania.