Videollamadas en prisiones: necesidades actuales y desafíos después de la pandemia

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Dave Lageweg

La importancia de mantener los lazos sociales de los presos está bien documentada, y ahora es común decir que la rehabilitación y reinserción social de los presos tienden a ser mucho más exitosas cuantas más oportunidades tengan para fortalecer su conexión con sus seres queridos y la sociedad exterior (Hirschi, 1969). 

También se ha demostrado que la reincidencia es menos probable para aquellos delincuentes encarcelados que mantienen y fortalecen sus lazos sociales (Hepburn & Griffin, 2004; O’Connell, 2003; Piquero, 2003; Tripodi, 2010; Uggen, 2000), y eso se debe principalmente a que los lazos sociales son un factor esencial en la reforma de la conducta (Bersani, Laub, & Nieuwbeerta, 2009; Laub & Sampson, 2003; Sampson y Laub, 1993). 

Al mismo tiempo, también sabemos, y es lógico, que la paz social en los entornos penitenciarios – tanto entre la población penitenciaria como entre los reclusos y el personal penitenciario – también depende en gran medida del grado de satisfacción con la cantidad y calidad de los contactos sociales que se les permite a los presos con sus seres queridos. 

Ahora, en un momento histórico lleno de desafíos provocados por la pandemia de la COVID-19, no podemos dejar de considerar las consecuencias importantes y altamente dañinas que la suspensión de las visitas presenciales tuvo en las poblaciones reclusas en todo el mundo.

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Quiosco de 17 pulgadas - Videollamada de pared (LAN)

Estamos hablando de millones de personas cuyo confinamiento fue llevado al extremo, dada la necesidad de proteger la salud pública. 

Esto ha tenido graves repercusiones dentro y fuera de las prisiones, tanto para los presos como para sus familiares o redes sociales, porque se sabe que soportar la separación de familiares y amigos es uno de los aspectos más difíciles de la vida en prisión (Bales Y Mears, 2008; Ross y Richards, 2009; Mignon y Ransford, 2012). 

Además, indudablemente hubo repercusiones en la jerarquía de control de la administración penitenciaria, cuyo rostro son los funcionarios penitenciarios. 

No podemos pasar por alto los numerosos disturbios carcelarios que ocurrieron a escala mundial cuando el nuevo coronavirus se propagó, entre marzo y abril de 2020. Y es probable que dicha inestabilidad haya sido causada principalmente por el hiperaislamiento – como lo denomina la Dra. Zeveleva (2020) – resultante no solo pero también de la prohibición de visitas impuesta en las prisiones. 

La verdad es que los efectos nocivos antes mencionados no ocurrieron en aquellas prisiones que pudieron superar, y que tuvieron el discernimiento para superar, las inevitables restricciones impuestas por la crisis de la pandemia con un sistema de visitas virtuales. 

Las videollamadas son algo más que una alternativa en tiempos de pandemia.

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Claramente son una forma de comunicación fiable, práctica, segura y protegida, dotada de las sutilezas tecnológicas que las necesidades actuales han agudizado. 

Por supuesto, no estamos hablando de soluciones temporales improvisadas y basadas en aplicaciones de mensajería/llamadas cotidianas, ya que estas no son una solución sostenible a largo plazo, capaz de responder a las necesidades y a los retos operativos y de seguridad de las instituciones penitenciarias, ni a las necesidades de privacidad de los reclusos. 

Y mucho menos responden a los fundamentos de supervisión y de escrutinio que deben cumplir los altos estándares de las fuerzas del orden público, en cualquier Estado democrático de derecho. 

Una solución de videollamada fiable en prisiones solo puede proporcionar beneficios en todos los segmentos: los reclusos mantienen la salud emocional y los lazos sociales; para los parientes, es práctico y fácil de integrar en la vida diaria; los funcionarios de prisiones trabajan en un entorno más pacífico, y, en definitiva, la sociedad cosechará buenas recompensas, desde el principio, al reducir la reincidencia y todos los costes asociados con la delincuencia y reincidencia.

 

Referencias

Bales, W. D., & Mears, D. P. (2008). Inmate Social Ties and the Transition to Society. Journal of Research in Crime and Delinquency, 45.

Bersani, B., Laub, J., & Nieuwbeerta, P. (2009). Marriage and desistance from crime in the Netherlands: Do gender and socio-historical context matter? Journal of Quantitative Criminology, 25.

Hepburn, J., & Griffin, M. (2004). The effect of social bonds on successful adjustment to probation: An event history analysis. Criminal Justice Review, 29.

Hirschi, T. (1969). Causes of delinquency. Berkeley, CA: University of California Press.

Laub, J., & Sampson, R. (2003). Shared beginnings, divergent lives: Delinquent boys to age 7. Cambridge, MA: Harvard University Press.

Mignon, S. I., & Ransford, P. (2012). Mothers in Prison: Maintaining Connections with Children. Social Work in Public Health, 27(1–2).

O’Connell, D. J. (2003). Investigating latent trait and life course theories as predictors of recidivism among an offender sample. Journal of Criminal Justice, 31.

Piquero, N. (2003). A recidivism analysis of Maryland’s community probation program. Journal of Criminal Justice, 31.

Ross, J. I., & Richards, S. C. (2009). Beyond Bars: Rejoining Society After Prison. New York: Alpha Books.

Sampson, R., & Laub, J. (1993). Crime in the making: Pathways and turning points through life. Cambridge, MA: Harvard University Press.

Tripodi, S. (2010). The influence of social bonds on recidivism: A study of Texas male prisoners. Victims & Offenders, 5.

Uggen, C. (2000). Work as a turning point in the life course of criminals: A duration model of age, employment, and recidivism. American Sociological Review, 65.

Zeveleva, O. (2020, March 15). Prison Riots and the COVID-19 Pandemic: A Global Uprising? GULAGECHOES Project Blog.

Dave Lageweg

Como director comercial, Dave Lageweg apoya a TELIO en su misión, no solo como una empresa de comunicaciones sino también como un socio esencial en digitalización en el ámbito penitenciario, con soluciones que van desde videollamadas y visitas virtuales, los servicios digitales con quioscos de autoservicio y tabletas hasta la detección e interferencia de teléfonos móviles y las comunicaciones de voz. La carrera de Dave comenzó hace más de dos décadas en el Ministerio de Justicia y Seguridad holandés, y siempre ha participado activamente en el apoyo a los gobiernos a través de la tecnología. Es licenciado en Tecnologías de la Información y Comunicación por la Universidad de Ciencias Aplicadas de Ámsterdam.

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